Hacía tiempo que no veía una película tan bien presentada. Una escena de unos… 3 minutos que va al grano. Conocemos al protagonista de esta historia y vemos sus habilidades en el máximo esplendor. Tocar la batería requiere concentración y un control del ritmo muy preciso. Los baterías en muchas ocasiones son los que guían al grupo. Si el batería acelera el ritmo arrastra a sus compañeros con él. Como ya hemos oído en otras películas, es un poder que conlleva una gran responsabilidad. Whiplash ya me han enganchado y todavía queda mucha película.
Y… uno, dos, tres, cuatro. Lo que viene luego es mucho mejor. Una intro musical con una gran fotografía que te hará seguir el ritmo con el pié. A continuación veremos lo que es una de las carreras más duras para conseguir triunfar en el mundo del jazz. Una melodía puede estar muy bien construida pero para llegar a la perfección hace falta un proceso que no es precisamente un camino de rosas.
Andrew es un joven de 19 años que aspira a convertirse en uno de los mejores baterías de jazz. Tiene una gran habilidad que le permite conseguir una oportunidad para tocar en la mejor orquesta del país. La cruz es que el encargado de dirigir a todos los músicos tiene una reputación que le ha hecho ganar un gran número de enemigos. J.K. Simmons hace un excelente papel como Fletcher, el polémico director de orquesta que torturará a Andrew para alcanzar la perfección. Resulta agobiante hasta para el espectador ver cómo echan por tierra todos tu esfuerzos para ser el mejor. Pero nuestro protagonista es de los que si reciben una paliza, se levantan y te dicen a la cara “¿no sabes pegar más fuerte?”.
De hecho, Andrew tiene que aguantar otras palizas emocionales en su propia familia. Es curioso cómo en muchas ocasiones son tus seres queridos los que te ponen trabas para conseguir tus sueños, especialmente si les dices que te quieres dedicar al mundo de la música. Nadie le presta especial atención a sus méritos musicales y espera el momento ideal para dejarles con la boca abierta.
La propia película no deja de ser una partitura dibujada en un pentagrama. Comienza con un ritmo acelerado y con mucha energía, dibujando el contexto en que se encuentra el protagonista de esta historia. Subidas y bajas, cambios muy rápidos y ritmos tranquilos y acelerados. La partitura que obtenemos al final de la película es un baile de notas en perfecta armonía con una carga emocional importante.
El final me ha dejado sin palabras. Con ganas de levantare y aplaudir por un gran concierto después de haber oído un gran “ta-chan”. Es un film que te dice claramente: si quieres conseguir tus sueños tienes que sudar sangre. Espero y deseo que se lleve más de un Óscar.