Hace 31 años flipábamos en colores con el estreno de ‘Depredador‘ (Predator, 1987), una original mezcla de cine de acción/bélico con alienígena, protagonizado ni más ni menos que por la gran estrella del cine de acción del momento, Arnold Scwarzenegger.
Dice la leyenda que tras el estreno de Rocky IV circulaba una broma respecto a Sylvester Stallone, la otra gran estrella de las “action movies” de los 80 después de ventilarse al gigante ruso Iván Drago, que decía algo así como que ya no quedaba oponente para Rocky en la tierra y que en la quinta parte tendría que enfrentarse a un extraterrestre.
Los guionistas Jim y John Thomas se tomaron en serio este chiste y se pusieron manos a la obra con un guion inicialmente titulado “Hunter”, que derivó en Predator, y que dirigió finalmente un maestro del cine de acción de la época, John McTiernan y se convirtió en uno de los títulos míticos del cine fantástico de las últimas décadas.
El éxito propició rápidamente una saga que derivó en una entretenidísima y reivindicable segunda parte protagonizada por Danny Glover y dirigida por Stephen Hopkins. Es cierto: no son Schwarzenegger ni McTiernan, pero la película tiene un look noventero bastante seductor y la trama es más que interesante (puede que más que la primera). Y tan sólo piensa por un momento que no hubiera existido la primera, habrías flipado con esta.
La saga ‘Predator’ derivó en uno de los experimentos más antiguos del cine fantástico: la fórmula empleada por Universal durante la década de los cuarenta de unir a todos sus monstruos (Drácula, la momia, el hombre invisible…) en una sola película. El resultado fue enfrentar a Alien, el otro monstruo mimado de la productora, y a Predator. Los dos igual de feos y con el mismo dentista. Los resultados de la saga Alien vs Predator fueron de la divertida mediocridad de la primera al desaguisado de la segunda. Falta Predators (2010) de Robert Rodriguez, pero mejor olvidarla…
De la misma manera que el depredador no pierde el instinto para la caza, nosotros no hemos perdido la esperanza, y de la mano de Shane Black y Fred Dekker llega The Predator (2018). Black y Dekker son dos veteranos guionistas y directores curtidos en mil batallas, amantes del género fantástico de corte clásico cuyos trabajos se han movido en el género del thriller.
La saga Arma letal (1987), El último Boy Scout (1991) o The Last Action Hero (1993) en el caso de Black; y el terror/fantástico con El terror llama a su puerta (1986); House II, aún más alucinante (1987); Robocop 3 bajo la firma de Dekker. Eso sí, siempre con mucho sentido del humor. Curiosamente, los dos son los responsables del guion de Una pandilla alucinante (1987), la revisión ochentera del cóctel de monstruos de Universal descrita. Así que estos tipos saben lo que se hacen.
La nueva The Predator es un festival en toda regla, una acumulación de secuencias brillantemente filmadas con un espíritu de género fantástico auténticamente teen y a la vez salpicado de violencia y gore en ocasiones. Un gore y unos efectos demasiado digitales en algunos momentos, pero los tiempos y la mirada adiestrada de los cinéfilos milenials sabrán disfrutarlos.
De hecho, el nuevo Predator se encamina en ese doble sentido. Por una parte, intenta satisfacer a los fans nostálgicos de la primera entrega mediante una especia de remake encubierto repleto de guiños y chistes que remiten tanto a la película original como a la propia obra de Black (como cuando Bruce Willis le dice “Sí me tocas, te mato” al malote de turno en El último Boy Scout) y gracias a un guion complejo, que abre diferentes vías y que va más allá de la típica estructura de “caza y acecho” de la saga. Lamentablemente, la complejidad del guion pesa en la parte final por culpa de la acumulación de peripecias, personajes e ideas.
Por otra parte, el esfuerzo de reinventar el producto y adaptarlo a las nuevas espectadores y formatos es notable. La trama se estructura de la misma manera que algunas series de televisión actual como Stranger Things o Juego de Tronos y especialmente al universo de las sagas de superhéroes. Recordemos que Shane Black es el director de Iron Man 3 (2013). El objetivo está claro: hacer de este Predator, sus enemigos, es decir los humanos y nuestro planeta, el campo de batalla de una nueva saga de aventuras que compita contra Marvel y DC en la medida de lo posible, como queda bien claro en el final.
Esta es una previsión de futuro sin duda. Si te gustó la primera con Arnie, The Predator te va a encantar. Tiene un buen puñado de buenos momentos, mala hostia de sobra y gran cantidad de gags que te harán soltar la carcajada y los predators cada vez son más grandes.
¿Qué más se puede pedir? Que hagan la siguiente, ya.