¿Que si preferiría ser temido o ser amado?… Fácil, ambas, quiero que la gente tema lo mucho que me ama. – Michael Scott
Creo que The Office es una de las mejores comedias de situación del siglo XXI y, sin embargo, en España, pasó completamente desapercibida. Se trata de una sitcom de unos 25 minutos por episodio con un estilo de falso documental (mockumentary). Imita el estilo de un documental, con entrevistas, planos con cámara al hombro y escenas en falso directo, al estilo de Modern Family.
Me gustaría decir que The Office inventó este género, pero estaría mintiendo. De hecho, la versión de la que hablaré hoy no es más que una adaptación de la serie con el mismo nombre que nació en Inglaterra. Pero a veces, solo a veces, has de empezar con una copia para convertirte en algo único.
He elegido esta cita para comenzar, porque creo que resume perfectamente el tono de la serie. La trama no es más compleja que una cuchara; un grupo de personas trabajando en una oficina, vendiendo papel ocho horas al día. Y sí, The Office quiso desde un primer momento venderle a sus espectadores su propia vida.
Pretendía que cinco millones de personas llegaran todos los martes a su casa de la oficina, se sentaran en el sofá y estuvieran media hora viendo a unas personas en una reunión de seguridad laboral. Y sin embargo lo consiguió, hizo más que eso, consiguió que semana tras semana los espectadores se enamoraran de sus personajes.
¿Cómo?, una fórmula muy simple, The Office creó personas.
¿Por qué merece la pena?
Disculpad, no he presentado a Michael, Michael Scott, el jefe de la oficina. Se encarga de que las personas fuera de su oficina estén siete horas al día preguntando por teléfono a otras personas si necesitan papel.
Michael es uno de los importantes, tiene primeros planos, episodios dedicados solo para él, incluso su nombre sale en los créditos iniciales. Y como otras series, podrían haber ido a por el personaje que siempre tiene un chiste que decir o el tío que no le cae bien a nadie o aquel que solo está pensando en tener sexo. The Office creó un jefe que solo quería ser querido. Michael va a intentar ser el hombre con los chistes, va a intentar hacerte creer que es el amo de la oficina. Pero no es bueno por sus chistes, o sus respuestas, él es bueno porque busca algo que todos buscamos: Michael lleva toda su vida buscando tener amigos, llegando a veces a ser enfermizo. Pero eso no importa, por supuesto que se meterá en toda clase de situaciones, es una sitcom después de todo, pero en el fondo nada de eso le importará, ni el dinero ni su puesto de trabajo.
Lo único importante para él será ser querido. Michael Scott está interpretado por Steve Carell, uno de los grandes. En una entrevista, para la sorpresa de millones de espectadores que le consideraban a la altura de Sheldon, Steve dijo que Michael no le parecía gracioso, de hecho, Scott fue uno de los personajes más complejos de su carrera.
Todos los personajes tienen su pedacito de humanidad, y claro que la serie no se salva de “clichés”. Esta Jim, el chico que quería a la chica, y que sueña con que su vida sea algo más que vender papel. Gasta bromas, tontea con la recepcionista, trabaja poco… Dwight Schrute, el “inadaptado social”, el pelota del jefe, quiere triunfar en el trabajo, se podría decir que el es el gracioso de la serie. Pam, la recepcionista, que esta prometida a una persona que no ama realmente, y como todos, quiere ser algo más que una simple recepcionista. Se podría decir que la serie tiene todos los cupos cubiertos, pero lo que me enamora de The Office es que a estos personajes que vemos en todas y cada una de las series y películas de la historia, les da un toque humano.
The Office son nueve temporadas de gente vendiendo papel, y se dice con orgullo. Muchos críticos pensaron que la serie fracasaría, por supuesto que iba a fracasar, no se puede jugar con argumentos tan simples, se necesitaría una ejecución casi perfecta. Pero a esos críticos se les olvidó una cosa, hay mucha belleza en las cosas simples, si se sabe dónde mirar.
Todo parece muy arbitrario, pedí un puesto aquí porque estaban contratando, me senté en una mesa al final porque estaba vacía, pero… no importa cómo llegas, ni a dónde vas, el ser humano tiene la extraordinaria capacidad de convertir ese lugar en su hogar. – Creed
Y eso hace que The Office merezca la pena, se convierte en tu hogar.