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‘Sicario: El Día del Soldado’, fronteras del ser humano

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Todos conocemos el célebre dicho popular de “segundas partes nunca fueron buenas“, y si bien es cierto que alguna vez se cumple, el mundo del cine (o de la música) está plagado de grandes ejemplos que contradicen esa afirmación.

Y sino, ahí tenemos perfectos ejemplos como El Padrino Parte II (1974) de Francis Ford Coppola o a James Cameron con sus Alien El Regreso (1986) o Terminator 2: El Juicio Final (1991). Aunque es cierto que en muchas ocasiones, el término secuela se utiliza para explotar un buen producto o que un cambio de director no hacia presagiar nada bueno.

No os voy a negar que Denis Villeneuve es uno de mis cineastas favoritos, así que la noticia de una segunda parte de una película tan interesante como Sicario (2015). Sin él a la dirección y con la ausencia de Emily Blunt en el papel protagonista, me sembraba ciertas dudas.

Por otra parte, el encontrarme a dos actores como Benicio Del Toro y Josh Brolin, así como a Taylor Sheridan de nuevo tras el guion, me hacían aguardar ciertas esperanzas. Y estas se han cumplido por encima de casi cualquier expectativa.

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¿De qué va Sicario 2?

La guerra contra los cárteles de la droga se ha intensificado en la frontera entre Estados Unidos y México a medida que han comenzado a traficar con terroristas. Para hacer frente a esta guerra, el agente federal Matt Gaver, interpretado por Josh Brolin, vuelve a hacer equipo con el volátil Alejandro Gillick, Benicio Del Toro. Una tarea que no será fácil y que llevará la operación por caminos difíciles, peligrosos e imprevisibles.

El gran acierto del film es que no se limita a repetir la fórmula de la original, sino que va incluso un paso más allá, recreándose de nuevo en esas atmósferas tan tensas y densas que nos obligan a aguantar la respiración como espectadores.

Un relato en el que la violencia tan explícita y realista, además de la amoralidad y falta de escrúpulos con la que trata (y se tratan entre sí) sus personajes en un marco tan incómodo como la realidad social y política actual en el marco en el que se desarrolla la acción, funciona de forma extrañamente sucia en nuestra retina.

El reparto

Hay que destacar, una vez más, el asombroso trabajo que realizan sus dos protagonistas, Benicio Del Toro y Josh Brolin, en una extraña pareja, la cual no pueden vivir uno sin el otro.

Una tensión que en ocasiones se puede cortar con un cuchillo, y que en ningún momento sabemos cual va a ser el paso siguiente, ya que todo resulta tan interesante e impredecible que sentimos la necesidad de estar bien atentos al próximo movimiento.

Se echa en falta la sensible y humana presencia de Emily Blunt, pero precisamente por ese mismo motivo esta vez se opta por jugar otra clase de armas.

Y sería injusto olvidarnos de la gran interpretación de la joven Isabela Moner, con un personaje absolutamente imprescindible para el devenir de la historia, eje incuestionable de la relación entre los dos protagonistas, y con una evolución constante.

Algunos ya la descubrimos en Transformers: El Último Caballero (2017) y parece que está aquí para quedarse. Además, ella contribuye enormemente al tono casi de western crepuscular del film, que en cierta manera y salvando las distancias puede recordar al de películas como Logan (2017) o videojuegos como The Last of Us (2013).

Equipo técnico

La dirección de Stefano Sollima es también uno de los grandes aciertos de la película, ya que para el perfil de relato que aquí se ha querido llevar a cabo pocas opciones podrían ser mejores que la elección del director de series de televisión como Roma Criminal (2008) o Gomorra (2014), o del largometraje Suburra (2015). No le es nada desconocido el camino polvoriento, ácido y violento que traza el guion de Taylor Sheridan, y la combinación de ambos tiene un resultado brillante en la gran pantalla.

Sorprendente el nivel de calidad que encierra Sicario: El Día del Soldado teniendo en cuenta de donde venimos y las ausencias que nos han dejado por el camino, pero no tan sorprendente viendo los responsables que hay detrás de esta secuela y el mimo y cuidado que le han dado a esta.

En conclusión…

Ojalá muchos tomarán ejemplo de casos como este. Quizás como único “pero”, le achacaría cierto juego con las elipsis y el espacio-tiempo de su tramo final que no termina de convencerme ni funcionarme, pero que no son capaces de empañar un trabajo tan emocionante y sombrío como el de este nuevo capítulo de la franquicia.

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