¿Qué ocurre cuando a un arrogante hombre de ciencias, ateo hasta la médula y con la vida estructurada al dedillo, se le mete la religión en su propia casa? Pues un lío de proporciones bíblicas.
Se Dio vuole (2015) es la primera película del italiano Edoardo Maria Falcone, por la que ganó en 2014 el premio David de Donatello a la mejor ópera prima.
El filme gira alrededor de Tommaso (Marco Galliani), un hombre de carácter ácido que tiene un control autoritario sobre todos los aspectos de su vida. Tommaso es un respetado (y temido) cirujano cardiovascular y patriarca de familia. Todo y todos aceptan con sumisión, y hasta con gratitud, su régimen totalitario a pequeña escala. Tiene, en consecuencia, un complejo de Dios arraigadísimo que ni su experto bisturí podría extirparlo. Hasta que otro Dios se le mete en medio.
Al hijo de Tommaso, Andrea (Enrico Oetiker), se le cuela en la cabeza la idea de convertirse en cura, lo que rompe todos los esquemas del temido cardiólogo. Tommaso investigará las razones ocultas tras la teológica decisión de su hijo, y descubrirá que se ha dejado seducir por el canto de sirena de un carismático y atractivo cura, Don Pietro (Alessandro Gassman). A partir de este revelador momento, el escéptico padre concentrará sus esfuerzos en desmantelar al que él considera un farsante con alzacuellos.
Pero al fin y al cabo, esta no es una película sobre reflexiones teológicas y choques socio-culturales. Bueno sí, lo es, pero el mensaje no va por ahí. Este lío de aparentes ponderaciones profundas solo sirve como excusa para explicarnos una curiosa amistad entre dos personas de creencias y personalidades opuestas. A través de la relación entre estos dos hombres vemos el crecimiento emocional de Tommaso y como va derribando, una a una, las barreras emocionales que había construido alrededor suyo a base de arrogancia y de un complejo de superioridad como la copa de un pino.
Los personajes secundarios
¿Y quiénes son estos personajillos que danzan a la voluntad del demoníaco cirujano y que le llevarán a replantearse sus ideales? Vamos a hacer un repaso:
– La esposa, Carla (Laura Morante), una mujer florero con tendencia a la bebida que difícilmente sale de su cueva de porcelana. Sí, se les ha colado el tópico. La entrada de la religión en la vida de la mujer le llevará a sufrir una crisis de identidad y a replantearse todas las decisiones, habidas y por haber, que han definido su desafortunada vida hasta convertirse en una mujer vacía de personalidad y sueños. Como una Juana de Arco contemporánea, se lanza a perseguir su espíritu juvenil de brigadas de rebeldía y se mete como activista, nada más y nada menos, que en la universidad de su ciudad. Se atisba una crisis matrimonial.
– El hijo, Andrea, el caballo de Troya que trae la aparente desgracia a la hasta ahora estabilidad familiar. Sabe que el servicio a Dios es lo suyo y por ello abandonará su carrera de medicina. Sin saberlo, el muchacho se verá en medio de una guerra entre un hombre de ciencias y otro de fe a costa suya.
– La hija mayor, Bianca (Ilaria Spada), una muchacha de nulas ambiciones que se pasa el día mirando programas de televisión barata sentada en la comodidad del sofá de su casa. Cuando su hermano le explica el camino que ha decidido emprender, la malcriada joven empezará a tomar auténtico interés en algo por primera en su vida: la apasionante vida de Jesucristo, un hombre hasta entonces desconocido para ella.
– El yerno, Gianni (Edoardo Pesce), un triunfador en los negocios pero un fracasado a los ojos de su suegro. Gianni hará todo lo posible para ganarse el beneplácito de Tommaso, lo que le llevará a convertirse en cómplice de la cruzada personal del patriarca.
– La interna, Rosa (Giuseppina Cervizi), una joven que trabaja en el hospital de Tommaso como su ayudante. Esta muchacha entrada en carnes debe aguantar con resignación los comentarios diarios sobre su físico que el agriado hombre le suelta sin miramientos. Por suerte para Rosa, la situación puede dar un vuelco.
El acierto de Edoardo Falcone ha sido desengrasar con desenfado el eterno debate entre escépticos y creyentes y usarlo como excusa para enfocar un tema mucho más afable y terrenal: el de las relaciones entre un grupo de personas que se quieren pero no se entienden, y el del crecimiento espiritual de un hombre a base de resquebrajar su agigantado ego y de replantearse su sólida escala de valores en pos de aquellos a los que ama, sorpresa, por encima de si mismo.
En conclusión, Se Dio vuole es una comedia de enredos a la italiana que no se salva de algunos tópicos y con un tercer acto un poco salido del tono del conjunto; pero muy simpática de ver (es gratamente irónico que un cardiólogo sea tan plano en los aspectos del corazón), con más de un diálogo bastante acertado y con un agradable y optimista mensaje: no se trata de creer en ciencia o en religión, se trata simplemente de creer.