Hace unos días llegó a nuestros cines la esperada nueva película del director Drew Goddard, Malos Tiempos en El Royale (2018), un divertimento cinematográfico de alto calibre que supone un guiño al cine más clásico; un collage de unos personajes de lo más peculiar que ocultan una serie de secretos inconfesables bajo un inesperado disfraz y que nos muestran sus acciones en una narrativa que juega con sus diferentes puntos de vista.
Una función teatral que sufre durante su extenso metraje algún que otro altibajo narrativo y de interés, con una serie de personajes algo desiguales cuyo recorrido, en algunos casos, se hace excesivamente estirado y casi irrelevante.
Eso sí, no es hasta el acto final en el que conocemos las razones que les han llevado hasta ese extraño hotel y en el que la cinta muestra todas sus cartas.
Bienvenidos al Royale
El film nos presenta a siete desconocidos, cada uno con un secreto, que se reúnen en el hotel El Royale, en el lago Tahoe, un sitio ruinoso con un oscuro pasado. En el transcurso de una fatídica noche, todos tendrán una última oportunidad de redención… antes de que todo se vaya al infierno. Así que si disfrutáis de títulos como Los Odiosos Ocho (2015) del gran Tarantino, esta puede ser perfectamente vuestra película.
Después de sorprendernos con su debut cinematográfico en forma de largometraje en La Cabaña en el Bosque (2012) y demostrarnos todo su potencial en la serie de televisión Daredevil (2015), el cineasta Drew Goddard nos brinda toda una experiencia cinematográfica convertida en una montaña rusa de género y emociones que van de la intriga a la comedia, pasando por el terror y el drama, con una puesta en escena técnicamente brillante.
Una película que juega con las cartas de una baraja de estética noir, repleta de suspense al más puro estilo novela de Agatha Christie y que sabe exprimir todo el juego de una década de los setenta que nos deja destellos de crítica social y político propio de aquella época. Una narrativa mucho más inteligente de lo que aparentemente puede parecer y que bebe de una multitud de influencias del cine más clásico.
Quizás su mayor lastre lo encontremos en una duración que se aproxima a las dos horas y media de metraje, con algunas historias que no funcionan excesivamente bien o a la altura de otras, y cuyo clímax también acaba sufriendo abusando en demasía del factor sorpresa que algunos pueden considerar demasiado tramposo dentro de su coherencia interna.
Un reparto brillante
Aunque si algo brilla especialmente, es su reparto. Difícilmente no nos va a atrapar en la butaca una película con nombres como el espectacular Jeff Bridges, al que a estas alturas poco podemos añadir de él que no se haya hecho ya a lo largo de su filmografía, una Cynthia Erivo que brilla especialmente durante los temas musicales que suenan en la jukebox del hotel, una Dakota Johnson tan de moda hoy en día, el siempre efectivo Jon Hamm o el invitado sorpresa Chris Hemsworth alejado del martillo de Thor.
En definitiva, Malos Tiempos en El Royale es una grata sorpresa dentro de un panorama cinematográfico en ocasiones excesivamente encorsetado, una montaña rusa de personajes, situaciones y narración que puede resultar algo excesivo pero con un desarrollo, unas ideas y una factura técnica que pocos cineastas serían capaces de regalarnos. Y Drew Goddard es sin duda uno de ellos.