Cada vez que veo una serie de época, me transporto a una fantasía pasada que permite identificarse con un tiempo que ha desaparecido, pero que sin embargo las situaciones cotidianas se repiten una y otra vez, tal como si se tratara de un anillo.
En ‘La Sonata del Silencio‘ basta con haber visto la primera media hora para captar que no será una comedia de risa fácil la que llevará la trama, si no un drama depurado, con escenas finas y diálogos exquisitos que nos adentran en la vida de Marta, quien por la buena conciencia de su marido, Antonio, pasan de pertenecer a la clase alta de la España de mediados de los años ’40, a vivir de la caridad –e insultos- de sus vecinos.
Llama la atención que la trama se ubica en un edificio, donde conviven las familias de todos los personajes que dan vida a la serie. Un millonario casado con una mujer a la que no ama. Su hija que está conociendo los “vapores” del amor. El hijo, que para evitarse la “desgracia” de estudiar trabaja para un traficante. Una acaudalada viuda madre de un homosexual a quien tiene que rescatar de clubes nocturnos. Un juez obsesionado con casarse con una jovencita a quien él le repugna…
El triángulo… O más bien dicho el pentágono
Marta (Marta Etaura) y Antonio (Daniel Grao) tienen un matrimonio perfecto, son parte de la alta sociedad española, su vida se divide entre la tranquilidad del hogar y asistir a eventos sociales… Sin embargo, esa paz se verá quebrada cuando Rafael (Eduardo Noriega) le pide un favor -a quien es su mejor amigo- que lo llevará a caer en prisión llevándose con él tras las rejas su posición económica, salud y bienestar familiar.
Para quién se pregunte cómo es un matrimonio sin amor y por conveniencia, basta que mire la relación entre Rafael y Virtudes (Lucía Jiménez), la cual está llena de rencores, malos tratos y mentiras; donde él busca en otras mujeres lo que no puede tener de Marta, a quien en realidad ama.
Y es esa mala decisión que tomó Rafael de casarse con la mujer equivocada, es lo que lleva al detonante de la trama: deja embarazada a una joven a quien lleva a realizarse un aborto. Como las cosas salen mal, llama a Antonio –quien es médico- para que le ayude a salvarla, sin embargo la mujer muere y éste termina en prisión por un crimen ajeno a sus manos y su forma de actuar en la vida.
La hija y el juez
Al parecer el matrimonio sin amor es un eje fundamental en La Sonata del Silencio, pues la única salida que encuentran Marta y Antonio para lograr él salir de prisión es prometerle al juez, Mauricio Canales (Fran Perea), que su joven –casi adolescente- hija, Elena (Claudia Traisac) se casará con él.
El juez cumple su parte del trato; Antonio sale de prisión… Enfermo como ratón de laboratorio, pero libre al fin y al cabo, por lo cual deben como familia cumplir la promesa y entregar a Elena en matrimonio.
Por su parte, la joven está platónicamente enamorada de un violinista callejero con quien no comparte más que miradas, pero que la llena de ilusión sobre lo que es el matrimonio y la vida en pareja, causándole aún más repulsión la decisión de sus padres de casarla con Mauricio.
Con un aire a las costuras…
Quizá es porque la historia trata de una mujer que debe salir adelante como puede en medio de lujo y tiempos revueltos, o porque la ambientación es exquisitamente similar, pero no puedo dejar de recordar ‘El Tiempo entre Costuras‘ cada vez que veo La Sonata del Silencio.
Vale mencionar que ésta es una producción dirigida por Iñaki Peñafiel, quien también fue el encargado de la serie protagonizada por Adriana Ugarte. La música es otro punto que comparten ambas series, realizada por César Benito.
Virginia Flores es la encargada de la ambientación de ‘La Sonata del Silencio’, de traer al presente el Hotel Palace, la Gran Vía, la Estación Atocha, los bares nocturnos, la casa de citas, la Embajada Francesa, entre tantos otros lugares.
Esta serie, que contará con nueve capítulos, vale la pena verla; aún cuando la trama se entrega de manera lenta, la historia es interesante, bien contada, totalmente detallista, una joya de producción, al nivel de ‘La Señora’ o de ‘Gran Reserva’.