Los minutos antes de entrar a ver “La luz más oscura” me planteé lo mismo que debieron plantearse todos los espectadores que esperábamos a las puertas del Club Capitol, en la Rambla:
¿Es posible pasar miedo en una obra de teatro?
Sergi Vizcaíno, el director de la obra, dijo en una entrevista previamente que la idea de crear el terror en un teatro le parecía mucho más coherente con la energía del teatro que en el cine. Y es cierto que el cine de terror recurre a unos efectos a través de montaje y sonido que, quieras o no, hacen que te levantes de la butaca o sofá en un arrebato que no quieres reconocerte a ti mismo. Todos nos sobresaltamos con esa subida de la música, con ese ruido extraño que hace la puerta mientras el policía se adentra en la casa de Norman Bates, con ese cambio de mirada de Ripley en la Nostromo al mirar a su espalda, con el grito de la madre de Caroline al llegar a la cocina…
No tenemos grandes referencias de teatro del terror, aunque hay ciertas compañías especializadas y la primera vez que se representaron los monólogos de Ricardo III o Lord y Lady Macbeth, más de uno debió encogerse en su asiento. A día de hoy, encontramos en “La luz más oscura” uno de los pocos espectáculos teatrales que intentan infundir el terror a sus espectadores. Con este propósito juegan todas sus cartas para llegar a un público teatral que no está acostumbrado a este código, que llega con esa idea de “pero si están aquí… todo es mentira, ¿cómo me voy a asustar?” y que pone todo su empeño en enfrentarse al terror, a enfrentarse a ese sentimiento incontrolable y que, quieras o no, aparece y desaparece en las pesadillas.
Y es que la sensación de que llegue la noche, el sueño, y que Freddy Krugger sea sustituido por los personajes de Vizcaíno, ¿puede causar terror? ¿Puede darte miedo pensar en aquello que no ves? ¿Puede asustarte acercar el terror a tu butaca y que te susurre al oído?
Las Brujas de Salem
Yo digo que sí. Precisamente es encontrar a los personajes más realistas lo que encontré más aterrador. Me veo completamente ajena a las historias clásicas de terror, con el diablo, los ángeles y las fuerzas ocultas. Pero como toda contradicción, una de mis obras de teatro favoritas es “Las brujas de Salem”, una obra que no se si tuvieron en mente en el desarrollo del guión, pero que me vino a la mente en repetidas ocasiones. ¿Tenemos una Abigail moderna en Júlia Mólins? Una de las excusas para contar esta historia es esta misma idea de la caza de brujas, esas representaciones del demonio en la tierra, esa excusa para que el bien sea seducido por el mal.
Eso no es sólo clásico, eso es el día a día, el bien haciendo el mal, y las brujas de Salem son adolescentes y mujeres treintañeras que quieren vivir una vida normal y moderna pero, ¿pueden hacerlo?
Los actores de “La Luz Más Oscura”
Estos y más personajes que rondan entre el pasado y el presente son los que nos cuentan esta dicotomía en un espacio teatral cuidadísimo, con una esencia realmente aterradora y sin caretas. Y es precisamente la ausencia de disfraces lo que más miedo me ha dado y lo que más me ha recordado a Salem. Remarcaría a Thais Curiá como esa auténtica representante del demonio, también por mi propia perspectiva, porque aquellos actores que más sensación de terror han sido capaces de transmitir son los que salen del disfraz y se muestran como seres cotidianos y normales, aquellos que llegan vírgenes al género, ajenos al arquetipo de los personajes que solemos encontrar. Estos momentos en los que te reconoces haciendo algo a lo que nunca habías dado importancia en personajes que podrías ser tú, aquel amigo tuyo, aquella persona que te cruzaste en el metro, eso es lo que te llevas con terror de la obra de Vizcaíno.
No es fácil mantener el tono durante toda la función y el público no lo ponemos fácil. ¿Se han dado cuenta de que es en las películas de terror donde más carcajadas se escuchan? En muchas ocasiones es por miedo, cierto, y en muchas, es esa sensación de incomodidad, esa lucha contra el miedo, esa necesidad de estar por encima de la sensación que crea la historia… Eso lo vi durante la función, gente que reía, gente que se sobresaltaba, violencia y nervios. No es fácil hacer terror y tampoco es fácil recibirlo.
Si eres un espectador que no cree que el teatro pueda dar miedo, te agradezco que hayas llegado hasta esta línea, y espero que te pienses dos veces el reto que te propone “La luz más oscura”.
La escenografía
Hay grandes aciertos para el terror. Principalmente la escenografía en un teatro como los de antes, con un espacio señorial y muy serio, y, sobre todo, la ruptura constante con la cuarta pared que, puede empezar incomodando, pero acaba en una sensación que te acompaña al salir, que te hace pensar en ti mismo, tu vida, tu casa, tus cosas, y todas esas cosas que no estás viendo y que, realmente, nadie sabe si están ahí. Ni siquiera Vizcaíno. Ni siquiera sus actores. Ni siquiera los programadores del Club Capitol que han apostado por un espectáculo distinto. Ni siquiera uno mismo. ¿O sí que nos hemos dado cuenta?
Información general
Sala: Club Capitol – Pepe Rubianes
Dirección: Sergi Vizcaíno
Actores: Julia Molins, Thais Curiá, Jordi Cadellans, Ariadna Gaya, Sergi Cervera y Angie Savall
Duración: 75 min
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