El Fotógrafo de Mauthausen es el tercer largometraje de la directora Mar Targarona que tras un largo silencio desde su ópera prima Muere, Mi Vida hace más de dos décadas, nos había dejado sin su trabajo tras la cámara hasta hace apenas un par de años con Secuestro.
Una carrera forjada desde la silla del plató a fuego muy lento pero con mucha actividad en otros terrenos cinematográficos y televisivos.
Francesc Boix fotografiando el terror
Una adaptación al celuloide de la historia que protagonizó Francesc Boix durante el periplo nazi de la segunda guerra mundial cámara en mano y que reveló posteriormente al mundo toda la brutalidad y la barbarie (in)humana que vivió en Mauthausen, uno de los tantos campos de concentración en los que incontables vidas firmaron su sentencia de muerte o, en el “mejor “de los casos, un sembrío de terror.
La película retrata el día a día en ese temible lugar en el que nuestro protagonista y sus compañeros españoles repudiados por su patria sobrevivieron (algunos de ellos) como buenamente pudieron, utilizando su instinto, conocimientos o picardía para lograr algún día salir de aquel infierno en busca de una vida mejor.
Su trabajo como fotógrafo y todos los negativos que consiguieron rescatar fueron vital para que posteriormente se juzgaran (casi) todas las atrocidades que tuvieron lugar allí y así poder condenar a altos cargos nazis en los juicios de Núremberg en 1946. Boix fue el único español que asistió como testigo y su historia forma parte de la nuestra.
Un nuevo gran trabajo de Mario Casas
Mario Casas es, obviamente, uno de los grandes reclamos comerciales del film, interpretando un personaje complicado que le llevó a una gran preparación física y mental y cuyo trabajo en pantalla se ve gratamente reflejado con algunas secuencias realmente intensas.
Guste más o guste menos, es innegable que es uno de los grandes nombres de nuestro cine y certifica trabajo tras trabajo sus cualidades. Un personaje que combina un peculiar y necesario humor con momentos de explosión emocional que otorgan intensidad al relato.
Muchos son los secundarios que dejan su impronta durante el metraje tanto a un lado como al otro de las trincheras, en un desfile de personajes de lo más entrañable, a los que resulta difícil no cogerles cariño, así como otros tantos que despiertan nuestra más absoluta repulsión desde nuestra posición de testigos de una época y unos hechos que tanta huella han dejado en la historia de la humanidad y que aún hoy en día, desgraciadamente, resuenan en algunos ecos de nuestra sociedad.
El guion firmado a dos manos entre Roger Danès y Alfred Pérez Vargas recoge con bastante acierto y pulso narrativo unos acontecimientos verídicos permitiéndose, eso sí, ciertas licencias, que se desarrollan con notable armonía en un relato que nos resulta natural y bastante fluido.
En su contra juegan un prólogo que quizás se podría haber llevado a cabo de otra forma que la elegida y algunas situaciones que caen en cierta monotonía y repetición, así como algunas elipsis que dejan algunos vacíos en la trama de la película.
En resumen…
Así pues, El Fotógrafo de Mauthausen supone un bonito homenaje y reivindicación a la figura de Francesc Boix que todos deberíamos conocer, y que pese a algún que otro altibajo y un ritmo en ocasiones quizás excesivamente pausado, retratan con acierto su historia. Eso sí, algunos clichés emocionales y narrativos muy arraigados a este género hacen acto de presencia a lo largo de su metraje pero es algo con lo que ya contábamos.
Por cierto, merece la pena quedarse a ver los créditos finales en los que podremos observar con todo detalle las fotografías e imágenes que ilustran la oscura realidad de Mauthausen que desgraciadamente supera la ficción cinematográfica, todo ello con una preciosa canción que pone música y voz a tanta emoción. Ojalá aprendiéramos de nuestros errores.