Este fin de semana llega a nuestras carteleras una nueva adaptación cinematográfica de una de las novelas literarias más importantes del rey del fantástico y del terror, Stephen King.
A su vez, nos encontramos en Cementerio de Animales ante un remake de la que fuera la (poco más que correcta) cinta original Cementerio Viviente (1989) que incluso tuvo apenas unos años después una secuela de dudosa calidad.
Por alguna razón, adaptar al séptimo arte la obra literaria de King no parece resultar especialmente sencillo ya que muchas de estas adaptaciones están muy lejos de ser buenas películas. Sin embargo la historia nos ha dejado grandes ejemplos, mejor o peor adaptados respecto al material original, como El Resplandor (1980), Cadena Perpetua (1994) o La Milla Verde (1999), curiosamente muchas de ellas alejadas del género.
El legado de Stephen King en el cine
No cabe duda de que la exitosa adaptación de una de sus novelas clave, ‘It (Eso)‘ (2017), cuya segunda parte se estrenará este mismo año, ha abierto un nuevo horizonte de esperanza para las productoras cinematográficas que quieren volver a pescar dentro de la extensa bibliografía del autor.
Poco parece importar ya algunos fracasos de taquilla y de crítica tan sonados como La Torre Oscura (2017), algo que no nos debería extrañar ya que es imposible compactar en poco más de 90 minutos toda la esencia y riqueza de la saga del maestro.
Por si alguien no conoce el material original de la película, Cementerio de Animales narra la historia de Louis Creed (Jason Clarke), un exitoso doctor de Boston que decide abandonar la ciudad en busca de un lugar más tranquilo junto a su esposa Rachel (Amy Seimetz) y sus dos hijos pequeños.
Lo que no se imaginaban es que su nuevo hogar en lo más profundo de Maine (como no) oculta en sus tierras un inquietante cementerio de mascotas que posee el poder de devolverle la vida a los que allí son enterrados. Algo que tras la muerte del gato de la familia, Church, cobrará un terrorífico significado; y es que tras su vuelta, el pequeño felino, no será el mismo.
En el interior del cementerio
Lo cierto es que a nivel interpretativo el trabajo de Jason Clarke es sinceramente notable, sin grandes alardes ni excesos, y con un deje dramático bastante convincente. Lo mismo podríamos decir de Amy Seimetz que disfruta, eso sí, de un personaje algo más rico en matices y cuyo interior se desarrolla con acertados flashbacks en la cinta.
Jeté Laurence, la niña, peca en algunos momentos de una casi inevitable sobreactuación que alcanza su clímax en el tramo final de la historia y el pequeño de la familia, interpretado por los hermanos Hugo y Lucas Lavoie, resulta más comedido y se convierte en una de las novedades de esta nueva adaptación al cine.
Y es que en este Cementerio de Animales encontramos una serie de cambios y novedades respecto a la novela y la cinta original que, probablemente, nos serán del agrado de todos los espectadores (especialmente de los más puristas) pero que es obvio que aportan un factor determinante para la justificación de una revisión de las obras que todos ya conocemos.
Personalmente, me parecen de lo más interesante e incluso más lógico a nivel narrativo, especialmente la gran diferencia a nivel de personajes y su desarrollo, aunque por el camino echo en falta algunas ausencias como la mujer del Jud Crandall sabiamente interpretado por el siempre entrañable John Lithgow, cuya especial relación de la novela original me sabe a poco en este nuevo acercamiento al relato de King.
Terror clásico adaptado a nuestro tiempo
No nos engañemos, nos encontramos en una cinta de terror y ese halo inunda todo el metraje de la película. Quitando los flashbacks mencionados anteriormente y algunas (necesarias) secuencias con el lógico protagonismo del gato y demás afectados por el cementerio, más bien se respira un ambiente de tensión propio de un thriller.
Los que vengan buscando aquí un incontable desfile de jumpscares a los que tanto nos tienen acostumbrados los grandes estudios y que tanto parecen gustar al público más juvenil, probablemente salgan de la sala algo decepcionados.
Pero tranquilos que haberlos, los hay. Eso sí, una pena que no se le haya sacado más jugo a las potentes imágenes del desfile ritual protagonizado por los niños de la zona con sus inquietantes máscaras y sus fallecidas mascotas.
En realidad, cualquiera que se haya leído la novela de Stephen King y conozca la película original sabrá que lo realmente importante de su contenido no es tanto el terror en si, sino el cómo nos afecta al ser humano la obsesión sobre la muerte, que hay (si es que hay algo) después de la misma, y como vemos esto reflejado en la dificultad que tenemos para enfrentarnos y superar la perdida de un ser querido.
Más allá de la muerte… y de la vida
Es más, plantea un interesante debate sobre hasta qué punto estaríamos dispuestos recuperarle aún a sabiendas de que este jamás será el mismo y plantearnos si estamos dispuestos a pagar el precio de la maldad que le pueda acompañar en su vuelta.
Por todo esto, Cementerio de Animales es una notable vuelta al material que ya disfrutamos en la década de los ochenta, con las suficientes novedades como para justificar su remake, y con una dirección eficiente pero algo plana por parte de Dennis Widmyer y Kevin Kölsch.
Nos vale como aperitivo antes de volver a sumergirnos en el oscuro y maravilloso universo de Derry y reencontrarnos con nuestro payaso favorito, Pennywise.