A Citizenfour no le dieron el Oscar al mejor documental por nada. Dirigido por Laura Poitras y producido por la HBO (entre otros), nos muestra los ocho días en los que Edward Snowden estuvo encerrado en un hotel de Hong Kong, destapando toda la información que tenía sobre el espionaje de los ciudadanos por parte de la NSA. Unas dos horas que dan forma a un thriller que se te va a pasar volando. Aquí trailer.
En el documental acompañamos a Edward y al periodista Glenn Greenwald (sobretodo) en, seguramente, el momento más intenso de sus vidas, a sabiendas de que éstas corren peligro por lo que están haciendo entre esas cuatro paredes. Lo que sucede en pantalla son hechos que ya conocemos, que ya hemos seguido por las noticias; el espionaje en masa de la NSA a ciudadanos a nivel mundial. El uso de nuestros datos, la pérdida de la privacidad. La pérdida de la libertad como la conocíamos, por un uso delictivo de las grandes posibilidades de la era de Internet.
Por todo esto es aún más impactante tener el privilegio de ver cómo, cuando y de qué manera se realizaron esas revelaciones de información. Esa verdad que salió a la luz gracias a Laura (la directora del documental) y Edward. De primera mano se nos invita a ser cómplices y, sin intermediarios ni medios de comunicación, se nos explica qué significa toda esa información y metadatos que son nuestros pero que están siendo registrados continuamente.
Este es el vídeo en el que estuvieron trabajando en esa habitación de hotel. Pero el documental no sólo muestra el “cómo de hizo”, también nos enseña los primeros momentos de incertidumbre y las repercusiones que estas imágenes tuvieron para todos los que participaron en ellas.
¿Quién es Edward Snowden?
Snowden es un ciudadanos más, y eso es lo que quiere ser. Y se presenta abiertamente porque no quiere esconderse, pues hace lo que hace para traernos la verdad con la transparencia con la que él la conoce (no revelar su identidad sería un contrasentido e iría en contra de su premisa). Edward Snowden sabe lo que sabe porque trabajó para la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de los Estados Unidos, y también para la CIA. Era consultor tecnológico y, como dice en el documental, él tenía acceso a muchos de los programas considerados como alto secreto. Los programas de los que nos habla son PRISM y Xkeyscore, que tratan sobre la vigilancia masiva de la población por parte de la NSA. A partir de las imágenes que hicieron públicas estas revelaciones de información, Snowden tuvo que pedir asilo político a varios países.
El origen de Citizenfour
Laura Poitras ya había hecho dos películas sobre los atentados del 11 de septiembre y de cómo éstos habían desencadenado una vigilancia doméstica masiva a los ciudadanos. Cambiaron las leyes y murió la privacidad tal y como la conocíamos. Para ellos realizó entrevistas a Julian Assange y a Glenn Greenwald, entre otros. Cuando empezaba a trabajar en su tercera película, Poitras recibió un email encriptado de alguien que se hacía llamar “Citizen Four”. En el email, Citizen Four le ofrecía información de primera mano sobre prácticas ilegales de intervención electrónica por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA). Se intercambiaron varios emails y, finalmente, Citizen Four accedió a reunirse con ella y el periodista Glenn Greenwald en un hotel de Hong Kong. Ahí empezó todo.
Blanco de revolución
Los planos tan estáticos y silenciosos, la falta de sonido o música añadida, la sencillez blanca de la habitación del hotel…en un momento que para nada se parece a la calma; está pasando algo muy intenso. Todos los involucrados en este documental arriesgan mucho por el mero hecho de dar a conocer la verdad (acto necesario, pero también muy valiente). Empiezan siendo desconocidos que compartirán ese momento histórico, y de repente se confían sus vidas los unos a los otros. Del mismo modo el espectador se siente cómplice del momento (que, para más inri, sabemos que es real), y sufre al identificarse con Edward; en el documental se muestra su lado más humano, más empático y de ciudadano de a pie. De modo que la película tiene también la voluntad de su protagonista: darse a conocer como uno más, para que el mensaje sea lo más importante del documental. Aquí no habrá gargantas profundas. Lo que se persigue y se practica es la transparencia.
Te pondrá los pelos de punta y, como dicen ellos en el film, te contagiarás del virus “anti-Internet”.