Como bien sabemos, porque adelantamos la tercera temporada en este artículo, Black Mirror ya no es ni va ser producción inglesa, sino que pasa a la gran amalgama de series pertenecientes a Netflix. Nosotros estábamos preocupados por si este detalle iba a contaminar la serie, que era perfecta hasta la fecha. Después de ver los seis episodios de esta nueva temporada, ya podemos decir que tenemos una opinión al respecto, igual que tú la tienes, seguramente.
Lo que Black Mirror significa para los espectadores
Para mi, y para muchos, Black Mirror es aquella serie que te muestra lo mal que puede ir la sociedad, lo débiles que son nuestras mentes y lo peligroso que puede ser eso. Lo que me hacía sentir escalofríos en la espalda al ver Black Mirror era la inmediatez, y la posibilidad de sentir que yo, como persona individual, podría formar parte de aquello que estaba viendo, si se daba el caso en el futuro próximo. Que las tecnologías me podían idiotizar de aquella manera perfectamente, pues ya lo han hecho el día de hoy. En resumen, que lo que veía era muy plausible y nadie en la sociedad tenía escapatoria. Por eso capítulos como The Entire History of You o Be Right Back daban tanto miedo.
En la tercera temporada, esta sensación no ha estado tan presente. Y aunque todos los capítulos están muy bien hechos y he disfrutado viéndolos, no me ha dado la sensación de ver Black Mirror, sino un thriller de ciencia ficción muy bien hecho (no hablo de todos los capítulos, pero sí de algunos). Este es el caso de, por ejemplo, Shut Up and Dance o, sobretodo, Playtest.
Lo peor de esta temporada
El efecto secundario de hacer capítulos como churros
En realidad, cuando Black Mirror tardaba tanto en emitir solamente tres episodios, los cuidaba muchísimo más. Cuidaba cada detalle, y daba igual si nos dejaba un año en ascuas, porque sabíamos que luego íbamos a ver una obra maestra. El hecho de que ahora hayan emitido seis episodios (y los otros seis que se emitirán pronto) conlleva cosas como la repetición de estrategias de guión. Hablo, exactamente, de esas historias en las que suceden cosas muy raras que no se explican hasta el final. Sí, nos gusta mucho esto, y a veces el capítulo no puede ir de otra forma porque desvelando el verdadero significado de la historia ya no tendía tanta gracia. Pero en esta temporada se repite demasiado, en San Junípero y en Men Against Fire, sobretodo.
La industria americana y sus finales con esperanza
Otro aspecto que no me ha gustado nada de esta temporada, y que me temo que es lo que vamos a tener a partir de ahora, es el tratamiento del final. En las producciones venidas de América hay una tendencia a que las historias terminen bien, o no terminen terriblemente mal. En Black Mirror esto ha pasado, cuando en realidad lo mejor de la serie era el desazón que nos producía un final sin ningún tipo de esperanza. Lo explico con un ejemplo: está claro que hay muchos paralelismos entre Hated In The Nation y The National Anthem (luego hablaremos de ello), en cambio el final de Hated In The Nation, en el que vemos que el culpable ha sido localizado, es muy diferente al final de The National Anthem, en el que da igual si el culpable se ha ahorcado o no, porque termina con la imagen del político y su familia rota por el suceso. O tampoco es igual la manera en como terminan The Entire History of You o Fifteen Million Merits, que el discurso de la señora que ha renegado de la tecnología en el capítulo de Nosedive, y vive estupendamente mostrándonos que hay una vía de escape a todo aquello.
Lo mejor de esta temporada
Ahora que he vomitado todo lo que no nos ha gustado de la serie, es hora de alabar las cosas que han sido la clave de esta temporada.
Hated In The Nation
En mi opinión, da igual lo bien o lo mal que lo hayan hecho, porque al final de la temporada llegarás al capítulo Hated In The Nation y habrá valido la pena. Porque la agente Park podría tener una serie para ella sola, porque es muy catastrofista, porque utiliza la ignorancia humana para explicar hasta donde podemos llegar. En fin, es lo mejor de la temporada, y por eso dura una hora y media y se te hace corto. Personalmente, me encantó que se utilizara la repoblación de las abejas robóticas (una catástrofe ambiental que también hemos provocado nosotros) y, a parte, se recuperase el discurso que ya nos había seducido tanto en The National Anthem: la digitalización de las personas al verlas como personajes y no como iguales. Si queréis leer más sobre esto, haced click AQUÍ.
El discurso detrás de los capítulos
Obviamente, todos y cada uno de los capítulos son un ejercicio para nuestro cerebro de espectadores, y juegan con nosotros continuamente. Me gustó en especial el discurso del episodio de Nosedive y San Junípero, el primero por ser tan posible inmediatamente y explicar tan bien el tema de la influencia en las redes sociales, y el segundo por lo extraño que resulta (aunque se presenta como un dilema y yo no lo veo tan complicado). Pero desde luego, el que ha jugado mejor con las metáforas y el trasfondo social ha sido Men Against Fire que, por primera vez, ha introducido el tema del odio y el cómo las cuatro personas que tienen poder sobre el mundo juegan con nosotros incrustándonos ideas en las que creemos sin cuestionar. Este capítulo se merece un aplauso, y es el único que me ha provocado esa desazón de final abierto hacia el catastrofismo.
Por lo tanto, que Netflix haya comprado a Black Mirror significa cierta pérdida de la esencia, sí, pero no ha dejado caer la calidad de sus capítulos. ¿Mi veredicto? Que sigue siendo una seriaza, a pesar de haber perdido un poco de poder.