Tratándose de guiones, hay muchas maneras de triunfar en televisión. Muchísimos modos de hacer una genial historia que enganche al espectador. Tengo infinidad de series en mi carpeta de favoritos, pero lo de Black Mirror es mucho más que eso.
Black Mirror es una serie británica creada por Charlie Brooker. El año pasado empezó con su primera temporada de tres magistrales capítulos (The National Anthem, Fifteen Million Merits y The Entire History of You) y ahora ya ha emitido dos de la segunda temporada (Be Right Back y White Bear).
Todos estos episodios tratan un tema central (sin ser dependientes los unos de los otros); las nuevas tecnologías y el (mal) uso que les da la humanidad. El discurso que construye Charlie Brooker no es nuevo, forma parte de la ética universal que siempre ha existido. Conceptos como “la digitalización de los individuos” o “el simulacro de lo real” son los que se discuten aquí: las TIC, las múltiples redes sociales…nos hacen ver a las personas como personajes, y nos alejamos de la verdadera esencia de la gente para caricaturizarla. Hacemos de nosotros mismos un mero avatar, y anteponemos el “parecer” o “representar” al “ser” tal como nos enseñaba Maquiavelo. Hemos creado una “naturaleza virtual” que está superando peligrosamente a nuestra propia naturaleza. Ya no sabemos lo que es real.
Esto lleva inevitablemente a un debate ético y moral: ¿Estamos utilizando las posibilidades tecnológicas de un modo erróneo? Brooker con esto nos da su moraleja; los seres humanos estamos dando un uso estúpido a los avances tecnológicos, y lo peor es que la culpa es enteramente nuestra. Estamos delegando todo el poder, nuestra privacidad y nuestra memoria a las máquinas. Y mi pregunta es ¿Qué queda de nosotros? ¿Qué hay de nuestra libertad? ¿De nuestra esencia real? ¿Ahora que todo queda en Internet se nos ha terminado el derecho al olvido? Brooker trata de hacernos reflexionar sobre todo esto con 45 minutos de excelentísimo guión que quita el hipo a cualquier tipo de espectador.
Todos los capítulos nos muestran (o más bien auguran) un futuro inmediato de lo que podría llegar a pasar, o simplemente llevan al extremo situaciones que podrían darse en nuestro presente, tanto a nivel metafórico como a nivel real. No puedo decir qué episodio es el mejor, porque de veras todos merecen mucho la pena, pero ya que esta semana se ha emitido White bear, vamos a comentarlo.
No voy a tirar de spoilers, porque luego querríais matarme (sobretodo tratándose de este episodio). Sólo puedo decir que Charlie Brooker lo ha vuelto a hacer. Se ha reído de todos nosotros en nuestra cara, de nuestro fanatismo, de nuestra curiosidad visual enfermiza, de nuestra falta de ética y de nuestro retorno a la época medieval, en la que la tortura era un espectáculo del que todo el mundo podía disfrutar en la plaza. Y, cómo no, de nuestro afán por convertirlo todo en un show, incluso las desgracias ajenas, las sentencias o la propia justicia.
Siempre que miro Black Mirror se me presentan infinidad de preguntas, y miedos. No se puede decir esto de todo lo que se emite por televisión. En Silence recomendamos esta serie no sólo por mero entretenimiento (del bueno) sino por lo que vais a descubrir de vosotros mismos.