La historia forma parte de nosotros. Somos el resultado de los acontecimientos que se llevaron a cabo en un pasado. Y el presente, es como es, a consecuencia de lo que sucedió años atrás. En este país la gente no entiende nada, pero porque tampoco comprende. Si la política está como está, no es por un presidente que no nos gusta, es porque hay gente que lo ha votado, y si lo ha hecho, sus razones tendrá. Esas razones surgen de una cultura con la que ha crecido o que sus padres le han inculcado. Y esta cultura, proviene de un pasado, y repito, de unos acontecimientos.
Esta reflexión viene motivada por la obra de teatro que vi el pasado sábado. Se titulaba “Barcelona“, y como su nombre indica, estaba situada en la Ciudad Condal. La historia se remontaba el 17 de marzo de 1938, en plena Guerra Civil Española. Fue un día en el que los ciudadanos de Barcelona casi no durmieron esa noche. La Guerra Civil se había convertido casi en un “campamento de pruebas” para el ejército alemán e italiano, donde desarrollar estrategias que después emplearían en la Segunda Guerra Mundial. Así pues, el ejército falangista tenía el objetivo de avanzar y ocupar la ciudad, de manera que los bombardeos de todos terminaron en un mismo sitio: Barcelona. Murieron miles de personas, que hoy en día, son los antepasados de muchos. Son unos años que nuestros abuelos vivieron, y el terror y el odio, sembraba nuestras tierras. Y lo más triste, es que la gente de mi generación no lo sabe, y cree que las guerras sólo existen en Oriente Medio. Pero no, aquí también se sufrió, sobre todo una Guerra Civil.
“Barcelona” estaba escrita y dirigida por Pere Riera, en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). La cartelera de actores fue impresionante: primero dos monstruos del escenario catalán, Emma Vilarasau y Míriam Iscla, protagonizando la historia. A continuación más actores de alto nivel: Anna Moliner, Jordi Banacolocha, Pep Planas, Pepa López, Carlos Cuevas y Joan Carreras.
El argumento trata sobre dos amigas que se reencuentran el 17 de marzo de 1938, el día de los bombardeos. Son dos amigas que tienen un pasado en común, pero que por razones personales, tomaron caminos diferentes. Entre ellas se respira amor, rabia, dolor, tristeza. Son sentimientos que nacen de una Guerra, y sobre todo, cuando el dolor y el odio, invade nuestros corazones. En su juventud, lucharon por una patria y unos ideales, que ahora no existen. Su reencuentro se junta con otros acontecimientos, que harán de ese día, el más importante de sus vidas. A continuación, os dejo el tráiler, para que contempléis las brillantes actuaciones:
No quiero contaros la historia, porque tenéis que descubrirla vosotros. Sólo puedo deciros que os recomiendo que vayáis, si os apetece saber lo que pasó ese día, y como ha afectado a día de hoy. Realmente me gustaría tener una barita mágica para convenceros a todos de que vayáis. Tanto si os gusta el teatro, como si no, esta obra es un aprendizaje magistral de como contar un hecho histórico, a través de una historia que podría ser real, y que perfectamente, podrían ser los familiares de muchos de nosotros. De esta obra, se me quedaron dos frases que eran verdades como catedrales:
– “Todos en esta vida nos merecemos lo que tenemos: personas, y países”.
– “No puede echarme de mi casa, ¡no pueden! Porque es mi casa, y nadie puede obligarme a irme de ella.” (Momento del bombardeo).
A parte del argumento, la calidad de los actores fue magnífica, igual que la escenografía y los vestuarios. Parecía que formaras parte de esa casa, y de es noche. Los efectos de sonido, impresionantes. Parecían reales (más de una vez, di un salto de la silla, pensando que la bomba era real!). Y repito, la calidad de los actores era magnífica. Naturalidad en todas las frases que decían, los diálogos que se generaban, el dolor que sentían. Repito, me sentía una más en esa casa. Finalmente, la obra termina con una metáfora: la lucha para mantenerte firme y defender lo que quieres. El debate entre dos visiones diferentes, que es una realidad que estamos viviendo hoy en día. Los que se limitan a callar y huir, o los que se quedan para defender su territorio y su cultura. Qué mejor que un tango para simbolizar esta “pequeña” batalla.
Por favor, si tenéis oportunidad, ir a verla. Por mi parte, repetiría.