Fyre es un documental que se estrenó en 2019, producido por Chris Smith, productor de Tiger King (2020) y director de La desaparición de Madeleine McCann (2019). La película fue coproducida por Jerry Media (@fuckjerry) y MATTE Projects, las agencias de social media responsables de promocionar el Festival Fyre y encubrir el fraude, en colaboración con VICE media para Netflix.
El documental es una crónica lineal de cómo nació, se desarrolló y, sobre todo, cómo se fue al garete uno de los festivales de música más prometedores y exclusivos de la década, que hubiese ocurrido entre el 28 de abril al 7 de mayo de 2017. Billy McFarland y Ja Rule fueron los organizadores, que se entusiasmaron de más con la promoción del evento.
Fyre recibió varias nominaciones al ‘Primetime Creative Arts Emmy Award’ y tiene una nota del 92% en Rotten Tomatoes, 75% en Metacritic, 6,5 en Filmaffinity y 7.2 en IMDB
Escucha el episodio que le dedicamos en el Podcast de Las Culturetas
¿Hay algo más cultureta que un documental lleno de gente a la que le podamos hacer bullying? Pues la respuesta la puedes encontrar el episodio dedicado al Fyre Festival que encontrarás en Ivoox. Allí también podrás disfrutar de un montón de contenido extra y comentarios interesantes sobre el caso.
Además, si te gustan este tipo de casos, también tenemos episodios sobre Jeffrey Epstein y Elizabeth Holmes, dos grandes estafadores y abusadores de poder.
Y antes de empezar a darle caña al documental, vamos a conocer un poco más sobre los dos protagonistas del caso.
¿Quién es Ja Rule?
Jeffrey Bruce Atkins, mejor conocido como Ja Rule, es un rapero, artista de R&B, productor, compositor y actor nacido el 29 de febrero de 1976 de Nueva York. Es conocido por sus canciones míticas con Ashanti como Mesmerize, Always on time o Ain’t it funny con Jennifer Lopez.
En 2017 formó parte del equipo que promovió el fraude de Fyre. Por su experiencia y contactos, fue el encargado de conseguir a los grupos de música que asistirían al festival. También fue quien movió los hilos para conseguir top models para la producción del video promocional y difundirlo en las redes sociales.
¿Quién es Billy McFarland?
William Z. “Billy” McFarland nació en 1991 en una zona de clase media-alta de Nueva Jersey, Estados Unidos. Empezó ingeniería informática en la Universidad de Bucknell, pero la abandonó antes de acabar el primer año. Fundó una plataforma de publicidad llamada Spling y más adelante montó una compañía de pagos llamada Magnises, con la que quería crear una tarjeta de crédito para millennials por la que recibió 1.5 millones de dólares de fondos de inversionistas, aunque más adelante fracasó.
Más tarde creó y se convirtió en el CEO de Fyre Media, empresa con la que desarrolló la aplicación móvil Fyre para la contratación de talentos musicales. A finales de 2016, junto con el rapero Ja Rule, McFarland cofundó el Fyre Festival, un festival musical de lujo destinado a promocionar la aplicación Fyre.
La planificación del Fyre Festival
La app Fyre
La idea empezó con la creación de la aplicación de Fyre, un marketplace para festivales y eventos que ponía en contacto directo a los artistas musicales de alto nivel con el cliente final. Se decidió convertirlo en un festival porque Billy vio muy fácil montar uno e ir organizándolo sobre la marcha. Incluso, durante el documental, los expertos indicaban que un evento de esas magnitudes se tendría que organizar con un mínimo de 12 meses de antelación, y ellos lo organizaron pocos meses antes.
Lo primero que decidieron hacer, antes de contratar los grupos musicales o valorar la logística, fue un anuncio publicitario por todo lo alto. Por lo visto, Bill tuvo acceso a comprar o alquilar la isla en las Bahamas que perteneció al narcotraficante Pablo Escobar, y esto fue suficiente para que se le ocurriera crear un evento exclusivo para gente rica y snob.
El sueño de Billy McFarland
Para el anuncio, invierten una gran cantidad de dinero en viajar a la isla de las Bahamas y contratar a supermodelos de la talla de Kendall Jenner, Bella Hadid, Elsa Hosk y Emily Ratajkowski. A ellas, además de unas vacaciones gratis en el Caribe, les pagaban al rededor de 250 mil dólares para que postearan en Instagram con el hashtag de Fyre. Y eso era todo. Básicamente, un video de chicas guapas pasándoselo bien en una isla desierta que perteneció a un criminal con imágenes superpuestas de festivales random. No hablaban del festival, ni de la organización ni de nada más. Era postureo llevado al extremo.
Después de inundar las redes con #fyrefestival y fotos naranjas en el feed de gente famosa, deciden empezar a organizar el evento, pero claramente, a su manera. Billy y Ja Rule no tenían ni idea de festivales, así que hicieron lo más inteligente que se les ocurrió: contratar a expertos en eventos para que se encargaran de organizarlo. Lo que obviaron fue escucharlos y seguir sus consejos de logística.
Problemas en el paraíso; el Fyre Festival y Las Bahamas
Para empezar, en la isla de Escobar no cabría tanta gente. En las primeras 48 horas, vendieron más de cinco mil tickets, pero en el pequeño cayo no cabrían ni siquiera mil. No tenía electricidad, agua corriente y los chalets tenían que ser construidos desde cero. Además, también habían ofrecido unas tiendas de campaña de lujo para dormir en la playa, lo cual era inviable e insoportable por culpa del calor, el viento y los mosquitos.
Por otra parte, los artistazos como Major Lazer, Blink-182, Tyga y Pusha T, entre otros, fueron parte de la cabeza de cartel del evento. Además de tener un caché muy alto, estos artistas necesitaban una cantidad de equipos y capacidad de producción brutal, que Billy y Ja Rule no les podían ofrecer. Aun así, siguieron adelante.
Para rematar el descontrol, les prohibieron hacer el evento en la famosísima isla, su mayor reclamo publicitario. Para empezar, tenía prohibido decir que la isla era de Pablo Escobar, porque en realidad nunca había pertenecido al capo, sino que perteneció a su otro socio del cartel de Medellín, Carlos Lehder, pero también porque querían quitarle esa mala imagen de dinero mal habido. Como era un leasing, pues el propietario acabó el contrato a tan solo cuatro meses de la inauguración del evento.
Tras la negativa de todas las demás islas paradisíacas, en febrero de 2017, el gobierno de Bahamas les facilitó los permisos para que pudieran hacer su evento en Roker Point, Gran Exuma, una de las islas más grandes y con mayor población del archipiélago.
Para más inri, las fechas del Fyre Festival coincidieron con la competición de regata más importante del país, por lo que todos los alojamientos ya estaban completos desde hacía meses. Esto no fue un impedimento para los organizadores, a quienes les pareció que sería muy sencillo encontrar villas por Airbnb para más de cinco mil personas.
A tan solo 8 semanas, aún lo tenían todo por hacer. Consiguieron a más de 200 trabajadores de la isla, les hicieron contratos de trabajo por cinco años con el afán no solo de acabar las obras en un tiempo récord sino también con la esperanza de seguir haciendo este festival cada año.
A solo 2 semanas del festival
No solo los lugareños, artistas y asistentes estaban siendo engañados. Los trabajadores más cercanos a Bill y Ja Rule tampoco sabían muy bien qué estaba ocurriendo. El festival era dentro de muy pocas semanas y no habían contratado a los ingenieros de sonido, no habían pagado a los artistas ni había dinero para pagar el agua o el alcohol de lujo que tenía que entrar en la isla. Los únicos que estaba bien pagados eran los influencers, encargados de desinformar a los que serían los asistentes.
A pesar de que nada parecía avanzar, gastaban mucho, muchísimo dinero. Los más de cinco mil asistentes ya habían pagado entre cinco mil y 250 mil dólares por ticket…pero no era suficiente. Bill no dudaba en pedir cada vez más “calderilla” a los inversores. Tres millones de dólares por aquí, un millón de dólares por allá. No se sabe muy bien cómo, pero lograba engañar a millonarios y convencerles de que el festival sería rentable.
Pero ese dinero era insuficiente, por lo que se sacaron de la chistera un nuevo alojamiento exclusivo que se suponía que serían villas en la playa, pero resultaron ser las tiendas de campaña que se usaron para los damnificados del huracán Mathew. Además, se les ocurrió la genial idea de vender unas pulseras a modo de wallet, que los asistentes podían recargar con dinero para no tener que mover efectivo durante las locas noches de festival. Así, ingresaron mucho dinero y nunca llegaron a gastar ni un céntimo.
Fyre, el festival fraude o “expectations vs reality”
La víspera del festival fue premonitorio. Llovió a mares y se destruyeron las pocas infraestructuras que había en la zona VIP. Con el mar revuelto, los troncos de madera que trajo la marea, los colchones apilados para que se secaran y las tiendas de campaña heredadas, el escenario era más el de un campo de refugiados que el de un festival de lujo en el Caribe.
Cuando llegaron los asistentes, había claros problemas de seguridad, logística, falta de personal, comida, alojamiento y los artistas habían cancelado. Un desastre, pero no lo cancelaron a tiempo y el 28 de abril de 2017 a las 6:20 de la mañana aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Exuma los primeros vuelos que venían de Miami.
Los primeros en llegar fueron llevados a una fiesta improvisada en la playa, donde se les emborrachó con alcohol y se les mantuvo esperando alrededor de 6 horas mientras continuaban los preparativos del festival. Esa misma tarde, Blink-182 anunció que se retiraba del festival:
No estamos seguros de que tendremos lo que necesitamos para brindar la calidad de las actuaciones que siempre les damos a nuestros fans.
El aeropuerto de Exuma estaba echando humo y no paraban de llegar vuelos desde Estados Unidos. Ellos fueron los más desafortunados, porque no pasaron por la fiesta de la playa y fueron directamente al descampado donde iban a pasar la noche.
En la promoción del festival se prometía comida gourmet de las Bahamas. El cerdo asado, la mariscada o el sushi al estilo caribeño fueron remplazados por la imagen más popular del evento: un sandwich de queso frío acompañado por una pobre ensalada servido en un contenedor de porexpán. Una imagen vale más de mil palabras.
La gente no tenía dinero, todo lo había ingresado en la wallet del festival, las tiendas de campaña no eran suficientes y no había camas para tanta gente. Una sola noche bastó para que reinara la anarquía en el campamento. Empezaron los robos, el pillaje, las agresiones y hasta el aprovisionamiento de papel higiénico. Lo más parecido a un apocalipsis para estos jóvenes adinerados.
En la madrugada, se anunció que el festival se pospondría y que los asistentes serían devueltos a Miami lo antes posible. Sin embargo, el problema era que no había pasajes para volver a casa, se colapsó el espacio aéreo y empezó una crisis diplomática entre Estados Unidos y Bahamas. Todo por culpa de un millennial flipado y un rapero con síndrome de Peter Pan.
Todo se fue el garete, pero no fue culpa de nadie, al menos eso tuiteó la página oficial del evento. En ningún momento ni Ja Rule ni Billy McFarland reconocieron su responsabilidad. En cuanto tuvieron la oportunidad, volvieron a Estados Unidos sin hacer mucho ruido.
Los juicios
En el mismo mayo de 2017, McFarland y sus socios fueron investigados por el FBI por fraude por email electrónico y fraude de seguridad, y finalmente fueron detenidos el 30 de junio. En julio, Billy salió de la prisión bajo una fianza de 300 mil dólares a la espera del juicio.
Pero como buen entrepreneur, Billy no perdió el tiempo esperando. Usó la lista de emails y leads obtenidos de la venta de tickets de Fyre para venderle a esas mismas personas adineradas más productos fraudulentos. Para ello contrató a Frank Tribble, un millennial más joven que él con el que ofrecían pases VIP para diferentes eventos. Que si una cena privada con LeBron James o con Taylor Swift, tickets para la primera fila de Victoria’s Secret Fashion Show, un asiento valorado en 30 mil dólares para la Met Gala o entradas VIP para los festivales de Coachella y Burning Man. Obviamente, nada de esto existía.
En marzo de 2018, McFarland se declaró culpable de dos cargos de fraude electrónico en un tribunal federal de Manhattan y admitió haber utilizado documentos falsos para atraer a inversores con más de 26 millones de dólares en su empresa.
El 12 de junio del mismo año, Billy fue acusado de vender entradas fraudulentas para eventos como la Met Gala, Burning Man y Coachella, mientras estaba en libertad bajo fianza. Tribble, por su parte, se declaró inocente y dijo ser una víctima más de los engaños de Billy.
El 11 de octubre de 2018, McFarland fue condenado a seis años de cárcel en una prisión federal. Ese mismo octubre, el abogado pidió una sentencia más leve porque, según la defensa, Billy sufre de desorden bipolar por el que tiene delirios de grandeza. El tribunal no lo aceptó en el juicio.
Durante la pandemia del COVID-19, McFarland solicitó ser excarcelado para evitar contraer el virus, ya que él es asmático. Su solicitud fue denegada ese mismo mes. En julio de 2020, se informó de que Billy dio positivo en la PCR en el centro, pero lo padeció con síntomas leves.
Por su parte, Ja Rule fue absuelto de cualquier delito relacionado con Fyre en noviembre de 2019. Con esto eludió una demanda de 100 millones de dólares. Él se declara como una víctima, pero no ha querido salir en ninguno de los dos documentales sobre el festival. Añade que está exhausto del tema y no quiere que se le relacione más con el fiasco.
20 ene. 2019
¡¡¡A mí también me timaron, me estafaron, me embaucaron, me engatusaron y me llevaron por el mal camino!!!Ja Rule
@jarule
Aun así, el rapero ha sacado mucho provecho a la fama que le dio Fyre Festival. Después del fraude, ha sacado varias canciones haciendo mención de manera descarada y poco sutil al evento. También ha conseguido bastantes ganancias del merchandising del festival y además consiguió vender una pintura al óleo, pintada especialmente para la oficina del CEO de Fyre Media, por 122 mil dólares, pagados en criptomoneda.
Las víctimas
Los más afectados por todo el festival fueron los habitantes de Exuma y alrededores. El Ministerio de Turismo de Bahamas se disculpó en nombre de la nación y negó tener responsabilidad alguna por cómo se desarrollaron los acontecimientos
Obviamente, los trabajadores que construyeron el lugar y el restaurante que proporcionó las comidas al personal del festival nunca fueron pagados, lo que llevó a la propietaria del restaurante, MaryAnn Rolle, a solicitar ayuda en la plataforma de crowdfunding GoFundMe. Ella y los demás trabajadores recaudaron más de 233.700 dólares.
Fyre Festival anunció en su día que ofrecería a todos los asistentes la posibilidad de elegir entre un reembolso completo o entradas VIP para el festival del año siguiente, algo que evidentemente nunca ocurrió. Con las demandas y demás litigios, 277 poseedores de entradas podrían recibir una devolución de 7200 dólares gracias a un acuerdo conseguido con un tribunal federal.
Además, en 2020, las autoridades de los Estados Unidos subastaron la mercancía de la marca Fyre Festival que McFarland había guardado para su futura venta, y recaudaron fondos para ayudar a las víctimas.
¿Conocías este curioso caso? ¿Crees que los culpables han sido juzgados justamente?
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