Nuestras carteleras (y las de todo el mundo) siguen llenándose de superhéroes dispuestos a reventar las taquillas a base de recrear en la gran pantalla, no siempre con el mismo acierto, las peripecias de las sagas de cómics que Marvel y DC, entre otras, nos han regalado a lo largo de los años.
El último caso que nos ocupa hoy, ‘X-Men: Fénix Oscura’, o lo que es lo mismo, el cierre definitivo de la última saga protagonizada por los mutantes en forma de película.
Un universo cinematográfico desigual
Lo cierto es que el universo cinematográfico de los ‘X-Men’ está lleno de altibajos y no hay más que echar un vistazo atrás en el tiempo para percatarnos de ello. Si bien las dos primeras entregas de ‘X-Men’ (2000 y 2003) de Bryan Singer comenzaron con buen pie, hay que ser sinceros y reconocer que ‘X-Men: La Decisión Final (2006) de Brett Ratner no corrió precisamente la misma suerte.
Sin contar las dos primeros spin-off de Lobezno (2009 y 2013) que encontraron su redención en la sublime ‘Logan’ (2017) de James Mangold, alejándose de los clichés y síntomas de agotamiento de los que adolecía su protagonista.
Sin embargo ‘X-Men: Primera Generación’ (2011) significó un soplo de aire fresco para la saga con la incorporación de Matthew Vaughn a la dirección que se encargó de mantener, e incluso superar si me lo permitís, un recuperado Singer en ‘X-Men: Días del Futuro Pasado’ (2014). La mejor entrega mutante hasta la fecha para un servidor.
Eso sí, creo que nadie puede dudar de la inestabilidad de Singer al mando de una película y el siguiente capítulo, ‘X-Men: Apocalipsis’ (2016), que a priori lo tenía todo para triunfar, fue un nuevo batacazo en su filmografía. ¿Será el título de Simon Kinberg le encargada de dejarnos un buen sabor de boca con este nuevo cierre? Pues sí… y no.
Las secuelas del apocalipsis
La historia continúa poco después de lo que pudimos ver en la anterior película de la saga, con una Jean Grey (la gran protagonista del film) que se siente poco a poco corrompida y desatada por un inmenso poder que atesora a consecuencia de la absorción de una misteriosa energía cósmica conocida como fuerza fénix y que le sitúan en medio de la llegada de una extraña raza alienígena llamada D’Bari que vienen en busca de dicho poder.
¿Lo mejor de todo esto? Sin duda alguna poder disfrutar en la gran pantalla del talento de una gran actriz como Jessica Chastain en el rol de villana. ¿Lo malo? Que tanto su papel como su actuación son bastante simplones básicamente por un guión, desarrollo de personaje y diálogos fallidos que no están a la altura de las circunstancias. Una ocasión lamentablemente desaprovechada.
Sobre el papel de Sophie Turner interpretando a la protagonista llevando todo el peso de la cinta poco que añadir. Si sois de los que disfrutasteis de sus trabajos anteriores y sois seguidores de la Sansa Stark a la que dio vida en ‘Juego de Tronos’ seguramente haréis lo propio en esta ocasión. Un personaje en el que profundizamos en su origen y sus motivaciones, viéndola sufriendo y luchando contra sus instintos, compañeros y enemigos.
Eso sí, no puedo evitar tener la sensación de que tanta responsabilidad se le queda demasiado grande y, aún resultando convincente en su ejecución, deja por el camino demasiados tics, muecas y una falta de energía escénica que se echa en falta en más de una ocasión. Cuestión de gustos quizás.
Grandes talentos al servicio de los mutantes
Como suele ser habitual en este tipo de producciones su mayor baza se encuentra en un reparto de protagonistas y no tan protagonistas que completan un plantel francamente espectacular. Poco podemos decir ya que no se haya hecho a estas alturas de James McAvoy y Michael Fassbender, dos de los grandes actores de esta generación, y sus respectivos Profesor Xavier y Magneto.
Lo mismo me valdría para la Mística de Jennifer Lawrence que llega aquí a su punto más álgido dentro de la saga o para un cada vez más activo Nicholas Hoult y su Bestia, uno de los personajes con mayor crecimiento y desarrollo en este presente episodio. Quicksilver, Cíclope, Rondador Nocturno, Tormenta… todos tienen su minuto de gloria aunque en algunos casos sepa más bien a poco… ¡Pero es que son demasiados!
La dirección (y el guión) de Simon Kinberg funciona adecuadamente, especialmente en un prólogo muy intenso y un enfrentamiento final que sí está a la altura de lo que esperamos de una producción de estas características. Quizás su mayor defecto o lo que no termina de funcionar a pleno rendimiento es un exceso de tinte oscuro y deprimente que se impregna durante todo su metraje y que inevitablemente le hace caer en la repetición de líneas de diálogos, gestos y situaciones.
A estas alturas ya conocemos la caída de los superhéroes, las crisis que estos sufren, y todas las dudas que frecuentemente rodean su existencia así que quizás no sea necesario recrearse tanto en esta faceta. Se lo perdonamos gracias a la partitura, una vez más, del maestro Hans Zimmer.
Una agridulce y oscura despedida
No, ‘X-Men: Fénix Oscura’ no es el broche final perfecto para la saga de los mutantes pero, teniendo en cuenta de donde venimos, supone una pequeña redención para todos aquellos seguidores que salieron desencantados de un apocalipsis que finalmente no fue tal.
Quizás una villana mejor dibujada y con mayor incidencia en el conjunto, así como un tono más ágil y ligero, le habrían sentado de maravilla a este nuevo y último episodio pero, si sois seguidores del cada día más presente cine de superhéroes, no podéis fallar a la cita.