Esta crónica se ha vuelto algo muy especial para mi. Hoy voy a explicaros la gran experiencia que viví el pasado viernes 19 en el auditorio de Girona.
Mi pasión por The Beatles empezó con mis padres; en su vídeo de boda suena Imagine y mi padre no puede coger una guitarra sin tocar algunos acordes de Day Tripper. Después de eso reuní mis propios recuerdos asociados a The Beatles; horas sentada al lado de la minicadena escuchando las canciones una y otra vez, los viajes cantando Hey Jude en el coche de mi amiga Anaïs, los sábados de rastrillos con sus antiguos LPs, etc. Siempre he pensado que había nacido en una época equivocada, pues daría lo que fuera por ser una de esas chicas que lloraban y se desmayaban en los conciertos de los Beatles.
Gracias al grupo Abbey Road, pude acercarme a esa experiencia que nunca pude vivir por haber nacido demasiado tarde.
El grupo está formado por Manel Solsona, el John Lennon de la banda, Manel Mateo, que interpreta a Paul McCartney, Ferrán Corbalán, el alter ego de George Harrison, y Carlos Moreno, que desempeña el papel de Ringo Starr. Empezaron hace más de 20 años y a día de hoy son uno de los mejores grupos tributo, de habla no inglesa, de The Beatles.
El concierto fue una verdadera gozada. Había gente de todas las edades, varias generaciones se reunieron durante dos horas y media para que los Abbey Road les hicieran sentir cosas únicas. Organizaron su repertorio cronológicamente, respetando las etapas por las que pasaron los Beatles, se vistieron y se cambiaron según la época y todos asumieron su papel de Beatle, hasta hacían bromas sobre el viaje de George a la India, la separación del grupo, las interpretaciones de Ringo y otras cosas sobre su historia, todo con muy buen rollo. Toda persona con buen gusto musical podría pasar un rato fantástico con este grupo, pero sólo los beatlemaníacos de corazón reconocen de verdad todo lo que significa Abbey Road.
Sus movimientos, su actitud hacia el micro, todo estaba calculado al milímetro, pero a la vez era fresco y espontáneo. Y el público notó esa atmósfera y se contagió con ella, cantando con ellos, riendo y hasta bailando. Y les despidieron como merecían, levantándose y aplaudiendo hasta la saciedad.
Me es difícil escoger lo mejor de toda esa noche, pero supongo que elegiría a la genialidad del hombre que dice ser George Harrison, era como volver al pasado.
Si queréis asistir a algún concierto de los suyos, sólo tenéis que informaros en la web. ¡Os lo recomiendo!
Para los que no os fiéis de mí…aquí tenéis un vídeo de uno de sus conciertos para comprobarlo.