El 3 de septiembre se estrenó la segunda temporada de ‘Narcos’. Como es ya habitual en Netflix, los diez capítulos que formaban la temporada salieron el mismo día, lo que significa que me pasé los siguientes dos días encerrada. La segunda temporada no decepcionó. Si la primera narraba el origen y éxito de Pablo Escobar, la segunda retrataba a un ‘Patrón’ en decadencia. Y no, esto no cuenta como spoiler…es un hecho histórico, maldita sea.
Pero hoy no he venido a analizar la segunda temporada. Como ya sabréis, ‘Narcos’ está basada en la vida de Pablo Escobar. Más específicamente, se cuenta la investigación que llevaron a cabo varios agentes de la DEA y policías colombianos para atrapar al narcotraficante más famoso del mundo. Y ahí está lo importante. La serie está BASADA en hechos reales. Esto no tiene porqué ser un problema, si somos capaces de entender que muchos de los hechos están claramente dramatizados, que la historia de algunos de sus personajes es distinta o que hay conversaciones completamente inventadas. Pero, ¿y si no es así?
El Patrón, el más grande
La serie ‘Narcos’ no ha traído veinte capítulos protagonizados por una persona versátil, humana y real. Pablo Escobar no solo era un narcotraficante, era padre, marido, amigo y familia. Y hemos podido conocer esa faceta suya.
Los hechos son los siguientes. Pablo Escobar mató a miles de personas (aunque no fuera de forma directa, él daba la orden). Llevó toneladas de cocaína a Estados Unidos y se hizo rico a costa de la adicción. Pasó de ser el ‘Robin Hood paisa’ a uno de los personajes más terroríficos de la historia de Colombia. Todo eso es cierto. Pero, ¿qué hay del personaje que veíamos en la pequeña pantalla? ¿Era culpable de todo aquello que acabo de mencionar? Sí. Pero han sido capaces de poner el foco en otros aspectos de su vida. Lo vemos como un personajes carismático, un líder nato…atractivo, incluso (para gustos los colores, ¿no?). A mí, personalmente, me ha costado mucho no empatizar con él.
La segunda temporada termina con la muerte de Pablo. Y, desde entonces, he escuchado y leído a mucha gente que sintió pena al ver fallecer al protagonista. No voy a mentir, yo también la sentí. Por un momento se me olvidó el historial de un criminal, y solo pude ver a un hombre. Dejé de ver a Wagner Moura, solo veía a Pablo Emilio Escobar Gaviria.
Ahora, en los foros, se pueden leer centenares de comentarios que halaban a Escobar. ¿Eran conscientes de esto los creadores de la serie? Estoy segura de que uno de los objetivos era que viéramos el lado humano de uno de los mayores criminales de Colombia; esa zona gris que nos enseña, una vez más, que nadie es bueno ni malo del todo. Una premisa interesante, pero peligrosa. ¿Cuánto de verdad hay en esa historia?
Realidad y ficción
Sentí la necesidad de escribir esto cuando leí las quejas que tenía el hijo de Escobar a cerca de la serie. Juan Pablo Escobar (ahora Sebastián Marroquín, y así nos referiremos a él) enumeró en su página de Facebook todos los hechos que la serie había contado de forma errónea. Era una larga lista, veintiocho puntos. Una lectura recomendada para aquellos que se interesen sobre la vida de este hombre.
Pero, aquí hay gato encerrado. Sebastián ha publicado un libro titulado ‘Pablo Escobar: mi padre’. ¿Publicó en sus redes sociales esa queja porque se sentía insultado o como marketing para su libro? Yo, en este caso, estoy de lado de los malpensados. El nombre de su padre ha estado resonando en todo el mundo gracias a ‘Narcos’, y era el momento perfecto para aprovechar el tirón. De todas formas, estoy segura de que será una lectura interesante.
En definitiva, niños, no hay que creerse todo lo que sale en la televisión.