En el Teatre Lliure de Gràcia vuelve la obra de teatro El curiós incident del gos a mitjanit (El curioso incidente del perro a medianoche) que se realiza desde el 26 de mayo al 22 de junio en Barcelona. Fui a verla la temporada anterior y me encantó. Además fui justo después de leerme el libro original, en inglés, de Mark Haddon. Iba con muchas ganas porque el libro me había encantado pero dudaba de como la representarían en una obra de teatro. Pero Julio Manrique, su director, no me ha decepcionó. Por eso os aviso con tiempo, porque estoy segura que las entradas se agotarán rápido, como pasó en la temporada anterior.
Cuenta la historia de Christopher, un adolescente autista de 15 años que quiere investigar quién es el asesino de Wellington, el perro de su vecina (la Sra. Shears). Se lo encuentra en el jardí, con una horca clavada en el cuerpo, y quiere saber por qué lo han asesinado. No puede vivir con el misterio y cree que su deber es descubrir al culpable. Eso le conlleva toda una serie de preguntas, y una investigación exhaustiva, como si fuera el auténtico Sherlock Holmes. Su padre no está de acuerdo en que ande rondando por el barrio haciendo preguntas sobre el tema. Sobre todo, porque hay algo más detrás de ese asesinato doméstico…
La madre de Christopher murió, así que sus únicas figuras son su padre y su profesora, Siobahn. Ella es quien le entiende y le cuenta como ver las cosas igual que lo ven las otras personas de su alrededor. Él sabe que es diferente, ya que no entiende muchas cosas de la sociedad: las ironías, las metáforas, el sarcasmo, los gestos faciales cuando queremos decir cosas como una media sonrisa, subir la ceja, entre muchos otros. Algo tan natural, él no lo comprende. Y Siobahn, lo hace más comprensible todo.
¡ALERTA SPOILER!
La obra está contada en primera persona, desde la vertiente de Christopher, su forma de pensar y de actuar: desde que investiga el asesinato, cuando descubre que su madre sí que está viva a través de unas cartas que encuentra, que su padre es el asesino del perro, que su madre se entendía con el marido de su vecina (la Sra Shears propietaria del perro), entre otras muchas cosas. Todo eso, está contado por el propio Christopher y el libro que redacta para que lo lea Siobahn. El libro que en el fondo, yo he podido leer.
En la obra de teatro, es Siobahn la narradora de la historia (Marta Marco). La actriz es dobladora, por lo que su voz es perfecta para el papel (y encima toca el contrabajo de maravilla, aluciné!). Ella une las escenas que van sucediendo, ya que vemos a Christopher en sus diferentes situaciones, pero nunca habla directamente al público.
Toda la historia se sumerge en un mismo escenario que va mutando según el paisaje en el que se encuentra. Para no perder el ritmo de la historia, dos de los actores tocan el piano y la batería, y nos marcan el tempo de la historia. La música en directo ayuda a hacer más cercana la historia, y poder disfrutar del ritmo que vive Christopher: si está nervioso, si está alegre, si está investigando, si está contento…
Toda la historia está contada de forma magnífica. Es una de las obras que más me ha gustado esta temporada. Además, al haber leído el libro, iba con un espíritu más crítico de como podía ser contada. Pero las escenas en el metro de Londres me parecieron magníficas: como sólo a través de unas pizarras movibles podían dar la sensación que estamos dentro del ritmo frenético de un metro. Esa tensión que se genera con los sonidos ruidosos de un metro, de las luces de la publicidad por todas partes, para una persona que nunca ha estado en un metro o sabe como moverse, es horrible. Ese estrés y miedo a la vez, lo representan en una escena de 10 minutos con poquísimos elementos, pero con la coreografía de movimientos de los propios actores. Un “baile” magnífico, para adentrar al espectador en los sentimientos de Christopher.