En el TNC (Teatre Nacional de Catalunya) podréis ver la obra de teatro Purga, en la sala pequeña hasta este fin de semana, el 3 de mayo. Purga es una historia sobre el ser humano a través del sufrimiento, la culpabilidad, el miedo y el engaño. Está ambientada en Estonia ya que su autora, Sofia Oksanen, tiene orígenes en este país por parte de su madre (aunque ella es una de las figuras más consolidadas de la escena finlandesa).
La historia rodea la vida del personaje principal, Aliide, durante el periodo de 1947 y el 1992. Todo empieza cuando Aliide (Carme Elias) sale de su casa de campo estoniana, y se encuentra en sus puertas, a una chica joven que acaba de sufrir una agresión. La chica, Natasha, acaba de fugarse de una mafia dedicada a explotar sexualmente a las jóvenes. Al escaparse, se encuentra perdida y decide ir a un pueblo donde sabe que vive familia cercana. A partir de aquí, se desemboca toda la trama de la historia…
ALERTA SPOILER
No sé si buscándolo o no, Natasha se encuentra con la casa de Aliide, su tía-abuela materna. Aliide no sabe que Natasha es la nieta de su hermana, a la que hace años que no ve. Podríamos decir que a partir de este punto, surge la mayor parte de la trama. La obra se desenvuelve a través de los dos periodos: el 1947 y el 1992.
En el 1947 vemos a una joven Aliide (Maria Molins), con su marido Martin (Santi Ricart) y el novio de su hermana, Hans (Ernest Villegas). Es una época en que Estonia ha sufrido una invasión soviética, y están viviendo el horror y el miedo a cada segundo. Aliide vive protegida por su marido, secretario del partido comunista y el que le come la cabeza que debe hacer el bien y llevar a los traidores del país, a ser castigados. Es decir, deportados a los gulags de Siberia. Así lo ha hecho ella denunciando a su propia hermana e hija, las cuáles han deportado a este país. A Hans lo buscan para asesinarlo, por eso Aliide lo tiene cerrado en una habitación secreta.
Lo tiene encerrado no sólo para protegerlo, si no porque ella está enamorada de él. Por eso, éste amor y el miedo a ser descubiertos, hace que denuncie a su propia hermana y que la deporten, junto a su hija, a Siberia. El dolor de haber deportado a su hermana, hace que tenga un sentimiento de culpa para toda su vida. ¿Cuál es la “purga”? En 1992, intentando ayudar a la nieta, que está siendo perseguida por las mafias (formadas en gran parte por antiguos miembros del KGB) que se dedican a vender mujeres en Finlandia. Tenemos a dos buenos actores interpretando a los mafiosos: Pep Ambròs i Jordi Martínez.
El mundo de 1947 y de 1992 conviven en un mismo espacio: la casa de Aliide. Un espacio donde el dolor, el sufrimiento, la muerte y la mentira, perdura entre esas cuatro paredes. Por eso, es el escenario donde se desenvuelve toda la obra. Es el espacio, donde Aliide decide aplicar la purga que se merece.
La escenografía de esta obra es lo que quiero destacar primero. El director no sólo hace que confluyan la Aliide joven con la Aliide mayor (interpretada de forma excelente por Carme Elias). Los dos personajes comparten momentos de conversación, donde autodefienden las razones que las han llevado a realizar ciertas acciones, en distintos momentos de su vida. Como bien se describe en la sinopsis de Purga en el TNC, “en el contacto entre estas dos generaciones se iniciará un doloroso viaje de reencuentro con las raíces familiares, rotas por la violencia estalinista y las diferentes actitudes de las víctimas hacia los invasores, que quizás ayudará a cerrar algunas de las heridas que no dejarán de estar abiertas mientras existan identidades borrosas que no sepan cómo encajar en una realidad que ha intentado ocultarlas”.
Para ubicar al espectador en cada época del año, hay cambios en la escenografía, y también muchas imágenes de vídeo (en formato película) para representar las escenas de las agresiones físicas que reciben los personajes. Momentos en los que sufres, y hasta te cae una lágrima, ya que lo vives en tu propia piel. Cualquier guerra puede generar este dolor al ser humano, y perder la noción de lo que es o no es correcto. Una situación que nadie de nosotros deseamos vivirla, pero que en Europa, perduró durante mucho tiempo.