El Padre James (Brendan Gleeson) es amenazado de muerte por un feligrés anónimo durante una confesión, otorgándole tan solo una semana más de vida. Los días irán pasando y el párroco deberá soportar la presión de la cuenta atrás mientras intenta descubrir quien ha podido ser pero sin dejar de atender los problemas que afectan a los extraños habitantes de su pueblo (cada cual más descarriado que el anterior). Lo que podría parecer un Cluedo se convierte rápidamente en algo más.
“Calvary”, de John Michael McDonagh, no es una comedia convencional, primero porque no es una comedia y segundo porque es un drama. Esta afirmación podría no tener sentido alguno, pero creedme que es así. La película tiene una estructura asentada en la comedia, con una escena inicial protagonizada por un plano secuencia magistral (y sencillo) y un “gag” que engancha sin caer en el mcguffin pero del que uno no es todavía plenamente consciente de la importancia que puede llegar a tener en el desarrollo de la trama. Las escenas van sucediendo a continuación con agilidad, saltando de uno a otro escenario, acompañando en todo momento al Padre James por situaciones estrambóticas y cotidianas, pero siempre rodado con una parsimonia que puede sacar de quicio a mas de uno.
Brendan Gleeson es ese eterno secundario de Hollywood que consigue subir el nivel de una secuencia con su mera presencia. Sus papeles suelen ir siempre vinculados con su origen Irlandés, pero en este caso su nacionalidad va ligada a la propia esencia de la película y no a un personaje asilado. “Calvary” es irlandesa, con todo lo que eso conlleva (música de taberna, acentos marcados y litros de alcohol), y su contexto es actual (escándalos de abuso de menores en la Iglesia, crisis bancaria y política…), pero en ningún momento se hace ajena ni difícil de comprender para foráneos ya que queda demostrado que al fin y al cabo los pueblos son bastante similares en cualquier rincón del mundo si los reduces a las relaciones entre sus caricaturizados habitantes.
En el resto del reparto nos encontraremos también a otras caras conocidas de aquí o allí, como Aidan Gillen (El caballero oscuro: la leyenda renace, Juego de tronos), M. Emmet Walsh (Blade Runner, Wild Wild West), Chris O’Dowd (St Vincent), Kelly Reilly (Las nuevas de Sherlock Holmes), Isaach de Bankolé (Casino Royale)…
Una de las cosas que mas destaca en la película, además de sus diálogos con tremendos mensajes entre líneas, es su fotografía y sus planos de preciosista composición. Aires y márgenes que dirigen tu mirada donde el director quiere, ejes que manipulan la escena a voluntad, una iluminación natural que puede incluso pasar desapercibida… Y después está el tema de la música, reservada para momentos especiales, negándose a ser algo que simplemente acompañe a las imágenes.
Nos encontramos ante una película de humor muy negro (y muy extraño), un ritmo irregular en el que se mezclan conversaciones y situaciones brillantes con momentos mas contemplativos. No es una película para todos los públicos, pero desde luego quien guste de las pequeñas historias cocinadas a fuego lento disfrutaran con todo lo que ofrece “Calvary”. El resto simplemente pasarán un rato agradable y no será hasta el final donde todo encaje y se gane los corazoncitos de la mayoría de ese publico improbable. (Obligatorio verla en versión original, obviamente).