Después de meses y meses esperando, por fin ha vuelto lo mejorcito de la televisión ¡La tercera temporada de House of Cards! Y es que nos dejó con unas ganas frenéticas de más Frank Underwood. ¿No sabes de qué va la serie?
Echa un vistazo al primer post que le dedicamos AQUÍ. Para los que no os acordéis cómo terminó la segunda temporada, te vamos a hacer un repaso (de la serie) y comentaremos también el primer episodio de esta última entrega.
¡ALERTA SPOILER SEGUNDA TEMPORADA!
La segunda temporada se caracterizó por la avalancha de alianzas entre personajes…y las respectivas traiciones. Empezamos con un gran acontecimiento; el asesinato de Zoe (Kate Mara) a manos de Underwood (Kevin Spacey). El papel de Zoe dio mucho juego en la primera temporada, y tacharla del mapa fue una apuesta arriesgada, aunque nos dio una pincelada más de esa manera tan despiadada que Frank tiene de hacer las cosas.
En la batalla entre corrupción política y periodismo se nos apareció una nueva figura que sustituyó a Zoe; Lucas (Sebastian Arcelus), el chico con el que salía ésta, también periodista. Asume muchos más riesgos que Zoe, pues ahora los asuntos turbios que escondía Frank se han multiplicado por dos.
Esta vez ha sido él el que nos ha tenido el corazón en un puño pero…¿Tiene el mismo atractivo que Zoe, como personaje? Zoe y Frank tenían ese “acuerdo” que daba mucho juego, y ella era mucho más carismática que Lucas. Porque era muy parecida a Frank, y a veces llegabas a preguntarte quién de los dos tenía más ansias de poder (ahora ya ha quedado claro que es Underwood). Ni siquiera el tema del ciberterrorismo le dio ese “no sé qué” al personaje de Lucas, aunque va a ser una subtrama siempre, pues el riesgo a que se destapen todos los entresijos de Frank es algo necesario en la serie.
Además, en estos capítulos hemos visto a un Frank que ha perdido la compostura en algunos momentos (pocas veces nos ha dejado ver eso) y, en su escalafón hacia el poder, se ha topado con un rival de verdad, a su altura, y no como Zoe que, según él, era un simple gatito.
Tusk (Gerald McRaney) ha sido una piedra enorme en su zapato, pero también una pieza clave para que la temporada terminara como lo hizo (¡Y de qué manera lo hizo!). Muchos hombres clave y muchos amigos se han perdido en esta trama, que ha sido la principal; la gran rivalidad contra los republicanos.
Incluso Underwood llegó a perder su lugar favorito, el restaurante de Freddy, en esta guerra. Podría parecer una mera anécdota, pero ese rincón de la ciudad donde comer costillas era el monasterio de Frank, y le daba ese remanso de paz que no sentía ni en su casa.
No obstante, no hay mal que por bien no venga. Sabemos que las estrategias de Frank son un arma de doble filo, y esta vez el otro filo ha sido el de terminar siendo presidente de los Estados Unidos, ni más ni menos.
Por lo que se refiere a Claire (Robin Wright), esta ha sido una temporada especialmente dura para ella. Ha estado continuamente perseguida por su pasado; por el reencuentro desafortunado con Dalton McGinnis (el hombre que la violó años ha), por su aborto, y luego con la publicación de fotografías comprometidas por parte de su antiguo amante.
Aún y con todo esto, Claire sigue siendo una pieza muy importante para Frank y ha seguido peleando para ayudar a éste a subir al poder, además de librar sus propias batallas. Frank y Claire son el binomio (¿indestructible?) más déspota e inteligente que puedas echarte a la cara. Pero ¿haría falta humanizarlos un poco más?
En esta temporada hemos tenido momentos bajos en ambos personajes, hecho que les ha dado más profundidad y los ha acercado más a nosotros. Ahora que el poder y la presión son mayores, veremos cómo se desenvuelven.
Y la historia que más colgando ha quedado ha sido la de Rachel (Rachel Brosnahan), que ha dejado K.O. a golpes a Doug (Michael Kelly) porque creía que quería matarla, cuando en realidad quería apartarla de la investigación sobre las muertes de Russo y Zoe.
Esta será la subtrama que, esperemos, ganará más fuerza en la temporada que empieza, pues es potente y no queremos que quede del todo eclipsada por la GRAN TRAMA que será la presidencia de los Underwood (y digo los porque son un tándem, como hemos dicho anteriormente).
Esto viene a ser lo que sucedió hasta que Netflix nos ha puesto a nuestra disposición toda la tercera temporada de House of Cards, que incluye 13 capítulos. Pero mi pregunta es ¿resulta perjudicial que la serie no llegue a respirar lo necesario entre capítulo y capítulo?
Es bien sabido que lo mejor de House of Cards es cuando nos deja con las patas colgando y las ganas de ver más. Si esas ganas se pueden satisfacer enseguida…este poder pierde fuerza. No lo digo yo, lo dicen los creadores de la serie. Así que ya sabéis, ¡Miradla con cabeza y conocimiento de causa!
¡ALERTA SPOILER TERCERA TEMPORADA!
Y hablando de humanizar, el primer episodio no podría empezar de un modo más “Frank Underwood”; él mismo visitando la tumba de su padre y meándose en ella. Va allí porque tiene que parecer más humano; pero nosotros conocemos la verdad de nuestro protagonista favorito.
Resulta que Doug sobrevivió a la paliza que le dio Rachel, y ahora parece ser más que el perrito faldero de Frank; así de destruido (físicamente y por su obsesión con Rachel) el personaje gana interés. Pero no es el único que está en un agujero negro; Frank se ha convertido en el presidente de los Estados Unidos en un momento de dificultad para la nación, y cómo no, está utilizando su mano dura para salir adelante.
Claire quiere ser embajadora de la ONU, porque no le basta ser la primera dama. Aunque eso de “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” sea cierto, ella quiere ir más allá de ese cliché, y por eso nos gusta tanto.
En general el capítulo está protagonizado por Doug, que va a ser un antihéroe por el que sufriremos toda la temporada. Aún así hemos podido ver las tensiones entre el matrimonio Underwood, y Frank aún no lo tiene todo ganado. Ambos están a las puertas de conseguir algo pero tienen que trabajárselo.
Ya hemos visto un poco de la solución que tiene Frank para algunos problemas; si el miembro da problemas, ampútalo, o sin metáforas, mata a gente e incluso a niños inocentes, si es lo que crees que necesita tu país, o tú mismo.
La casa blanca está que arde.